Debería ser reconocido como un guardián de las tradiciones gastronómicas del patrimonio cultural

Carlos Estrella es uno de los pocos custodios de las tradiciones raigales del patrimonio cultural dominicano. Gracias a su persistencia, se mantienen vivas formas de hacer determinados alimentos que habrían desaparecido hace años.

Cuando comenzó, hace casi tres décadas, todavía existían portadores de saberes gastronómicos, que lamentablemente han ido desapareciendo.

Ha recorrido, al menos 3 millones, 920 mil kilómetros durante 28 años. La distancia de casi 11 viajes a la Luna.

Hoy por hoy, Carlos Estrella mantiene a 74 familias desperdigadas por todos los rincones del país.
De no ser así no tendría el negocio.

Es tan intenso e interesante su andar por esos caminos de Dios, que debería hacer aunque fuese una vez al año “Cosas del País tour”; una manera de conocer a República Dominicana por dentro.

Carlos era un gran amigo de Freddy Beras Goico, su ausencia sigue doliendo evidentemente por su forma de hablar del artista. Los lunes le cocinaba a Freddy sus antojos.

Natural de Moca, Carlos fue lavaplatos en un restaurante de Nueva York y viendo a su amigo y compadre Rafael Fernández, de Villa Trina, aprendió a cocinar.

Años después siendo a la sazón propietario de dos discotecas, se encontró en una ocasión a Beras Goico con el auto quedado en Los Arroces de Bonao. Le preguntó si necesitaba ayuda y Freddy le dijo que ya iban por él. Entonces Carlos le regaló una caja de fósforos gigantes con la publicidad de su discoteca Sueño. “Con esto le prendo fuego al país”, le dijo.

Una vez, en 1984 Carlos resultó ganador de un viaje a Puerto Rico en el programa El Gordo de la Semana lo fue a recoger y en vez de tomarlo se lo devolvió a Freddy diciéndole que lo donaba para alguien que lo necesitara mucho por salud. “Yo vi que se le aguaron los ojos”. Ese era su amigo Freddy.

Los 30 años de Cosas del país

Ahora mismo Cosas del país existe desde hace 28 años. Quiere celebrar los 30 del negocio, pidiéndole a Dios que le permita que permanezcan vivas las personas que le hacen los productos. “Todos tienen entre 77 y 80 años”, asegura.

“Quien sabe hacer una lata de coco con batata bien hecha, todo el que sabe hacer una morcilla, una longaniza picada a cuchillo, un chicharrón bien hecho, esa gente tienen 80 años”, informa y aevera que él no quisiera que se perdieran esas tradiciones.

“Yo he luchado por que una entidad privada o un Gobierno que se dedique a mantener las cosas tradicionales de los pueblos, se encargue de poner escuelas laborales. No Infotep, no eso, no. Escuelas en los mismos pueblos, donde tú que estas vivo y sabes hacer -por ejemplo- el dulce de El Seibo de doña Tula, y doña Tula tiene hoy 92 años, y le digas: ‘mire le traigo esta remuneración para que usted le enseñe a 10 personas que tengan de 18 a 20 años. Y cuando esos 10 aprenden y ponen su negocio, nosotros podremos comer ese dulce durante 40 años más”, reflexiona.

“Pero cuando eso se pierda, ya ahí se acabó todo”, expresa con un dejo de nostalgia y de tristeza.
“Eso pasó con el roquetico de San Cristóbal Me lo hacía una sola persona. Eso me va a pasar -Dios no lo permita- con la mujer que me hace los dulces de guayaba, los caramelitos de guayaba de Santiago: una sola persona que hace eso en el país Una sola gente”, insiste.

Cambio de nombre

Carlos Estrella tiene el nombre “si sigo en esto” de cómo le voy a poner en los próximos 6 años si sigo perdiendo personas que solo ellas saben hacer una cosa”. Uno claro que pregunta: “Lo que queda del país”, responde como una centella.

Cuenta que cuando se le acaba un producto, tengo que ir a los pueblos a buscarlo. Y si no ha podido ir, prefiere decirle a la gente ‘no hay’.

Recuerda que la penúltima comida que le hizo a Freddy Beras Goico fue un tocino de chivo. “Es el chivo seco. Se coge el chivo después que lo descuartizas, lo pelas, le quitas su cuero, lo abres y tienes que quitarle roda la masa que tenga de carne, salarlo con sal, orégano, más naranja agria o limón; y ponerlo al sol. La tela de lo queda del chivo, si le dejas masa se pudre. En toda República Dominicana solamente existen dos personas que viven a 14 kilómetros uno de otro, entre el cruce de Guayacanes y Villa Vásquez. Para lograrlo me tengo que ir para allá, matar los chivos, esperar que los limpien, que los sequen y esperarlos en el cordel del sol para traerlos secos. Si los traigo mojados, se me pudren. ¿Aquí en qué cordel lo vas a poner al sol?”.

El país no tiene cómo pagarle a Carlos Estrella su labor de rescate y mantenimiento de esos últimos portadores de conocimientos culturales que se van perdiendo. Dicho sea de paso, ¿cómo les va a pedir una factura fiscal a estos pequeños productores artesanales que a duras penas sobreviven? A ellos les mantiene de estufas o calderas, combustibles, entre otros para que puedan producir lo poco que producen.

El país debería ser un poquito mejor agradecido con Lo que queda del país.

Posted in A & EEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas