La obra teatral es una pieza del autor alemán Karl Wittlinger De genios y locos… todos tenemos un poco, de Karl Wittlinger, es una puesta en escena muy profesional. Las actuaciones de Johnnié Mercedes y Exmin Carvajal son muy buenas, creíbles, convincentes y comprometidas.

Ambos son actores muy talentosos; pero que no habían logrado entusiasmarme con sus últimas actuaciones. Pues ahora pueden borrar eso. Exmin Carvajal interpreta cinco personajes, cuatro de ellos muy bien llevados por este experimentado actor, aunque el quinto (El Payaso), a pesar de estar un poco frío, no está mal.

En uno de los dos personajes de Johnnié descansa el peso dramático de la obra y el ritmo escénico. En muchos momentos el actor llega a la transformación proteica. Las voces de ambos actores nos hacen llegar con maestría cada palabra de la pieza teatral. Sus cuerpos están siempre al servicio de las emociones de los personajes que realizan. ¡Qué deleite!

En algunos momentos se siente que la historia, y eso no tiene que ver con los artistas, se desvía un poco de la línea ininterrumpida o línea argumental; afectando así el ritmo de la puesta en escena.

Las acciones y hechos importantes en el teatro forman líneas. Esas líneas deben ir a engrosar la línea argumental. Cuando no ocurre esto, la pieza teatral luce que da ciertos saltos; esto, porque algunas de las acciones lucirán como anunciadas y no demostradas, que sería lo correcto. Podría esto, en el caso presente, tener que ver con la traducción o posibles cortes de los parlamentos.

Empero, la misma historia que nos cuentan quizás nos sea un tanto lejana. No obstante, el trabajo direccional de Germana Quintana es, también, bastante bueno, por supuesto.

Sobre un escenario, el discurso artístico de Quintada siempre resulta el correcto. Ella sabe qué procurar y logra plasmarlo en el escenario. Es el caso.

Las luces de Lillyanna Díaz son insuperables. De muy alto nivel. Con la precisión profesional de un buen cirujano de la escena, nos brinda el marco adecuado para ver esta pieza en su mejor dimensión. Las actuaciones ciertamente tienen mucha calidad, pero Lillyanna, con su iluminación, las matiza bastante bien.

La escenografía de Salvador Bergés es creativa, artística, inteligente y de muy buen gusto. Sin tener que recurrir a lo aparatoso logra, en esta muy hilarante versión criolla de la obra teatral, una atmófera escénica perfecta en la Sala Ravelo del Teatro Nacional.

La banda sonora es adecuada, aunque el volumen utilizado le quita un poco de verosimilitud. Vestuario convencional, pero efectivo.

Una producción artística bastante divertida
Recomiendo no perderse esta presentación teatral. Van a disfrutar de una realización artística y bastante divertida. Algo que no con mucha frecuencia podemos ver en la actual escena nacional. Al menos, no siempre con este nivel. Definitivamente, es un buen acontecimiento cuando el teatro es realizado por verdaderos profesionales de la escena. Ha ocurrido eso en esta ocasión. Y es algo que debemos agradecer a este grupo de artistas que han laborado tan seriamente en De genios y locos… todos tenemos un poco. Antes de apagar mi ordenador personal (La gata), antes de irme a la cama, siento que estoy obligado a pedir el… ¡Telón!

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