Al cumplirse los 17 años del fallecimiento del famoso escritor dominicano Pedro Mir, los restos del Poeta Nacional tienen ahora un lugar digno, seguro y accesible, para que todo el público, especialmente los estudiantes, los intelectuales y los jóvenes artistas puedan visitarlo.Durante una ceremonia, denominada por la familia Mir como “Reencuentro con el Poeta Nacional”, los restos fueron depositados en el cementerio Puerta del Cielo, donde también se inauguró la Plaza Pedro Mir, con la presencia la presencia de escritores, amigos y representantes del gobierno.
Celeste Mir, hija del famoso autor de “Hay un país en el mundo”, dijo que el traslado desde el cementerio Cristo Redentor estaba siendo sopesado profundamente por la familia desde hace varios años. “Lo que queríamos era que nuestro padre reposara en un lugar digno, seguro y accesible para todos, porque Pedro Mir no es solo nuestro, es del pueblo dominicano”, expresó frente a familiares y personalidades como el ministro de Cultura, Pedro Vergés, Tony Raful, Iván Grullón, Isabela Jiménez, Juan Daniel Balcácer, Luis de León, Pilar Albiac. Mateo Morrison, Rafel Nino Féliz, Geraldine Mir, Francisco Núñez, Patricia Ortiz y Angel Hernández, entre otros.
“Estamos aquí por una causa en común y con un mismo propósito: conservar nuestros valores patrimoniales, históricos y culturales, herencia de las nuevas generaciones”, añadió Norma Riveras de Vargas, representante de Puerta del Cielo.
La Plaza Pedro Mir es un espacio verde que tiene un monumento de mármol blanco, con el nombre del poeta y también el poema “Hay un País en el Mundo”. “Será una plaza de mucha inspiración para todos especialmente para poetas e intelectuales“, indicó Riveras de Vargas.
Pedro Mir dejó una bibliografía fecunda, con títulos como: Hay un país en el mundo (1949), Contracanto a Walt Whitman(1952), Seis momentos de esperanza (1953), Poemas de buen amor y a veces de fantasía (1969), Amén de Mariposas (1969), Tres leyendas de colores (1969), El gran incendio (1969), Viaje a la muchedumbre (1971), Apertura a la estética (1974), Las raíces dominicanas de la doctrina Monroe (1974), El huracán Neruda (1975), La gran hazaña de Límber y después otoño (1977), Cuando amaban las tierras comuneras (1978), Fundamentos de teoría y crítica del arte (1979), La noción del período en la historia dominicana (1981), ¡Buen viaje, Pancho Valentín! (Memorias de un marinero) (1981), Historia del hambre en la República Dominicana (1987), Estética del soldadito (1991), El lapicida de los ojos morados (1991), Primeros versos (1992) y Ayer menos cuarto y otras crónicas (2000), entre otros textos.