Sin música, la vida sería un error.
FRIEDRICH NIETZSCHE

Rafael Solano, Bullumba Landestoy, Moisés Zouain, Manuel Sánchez Acosta y Manuel Troncoso cometieron un crimen imperdonable: crearon buena música. El tribunal de la vulgaridad, por tanto, los declaró culpables de lanzar al espacio melodías y textos armoniosos, capaces de dignificar la heredad de nuestro espíritu. En castigo, la horda callejera (árbitros de la barbarie citadina) los echó del espacio público. Ya desterrados, ahora excluidos del aquelarre cotidiano, sobreviven quizás en esa forma suprema de la elegancia que es el recuerdo agradecido… la evocación conmovida.

De ahí la intensidad de mi entusiasmo al conocer “La canción romántica dominicana”, una antología en dos volúmenes auspiciada por la Fundación Refidomsa. Esta recopilación incluye obras de diez de nuestros más ilustres creadores: Bullumba Landestoy, Moisés Zouain, Manuel Troncoso, Rafael Solano, Juan Lockward, Manuel Sánchez Acosta, Bienvenido Brens, Babín Echavarría, Leonor Porcella de Brea y Cheo Zorrilla. La dirección musical y los arreglos recaen en cuatro maestros singulares: Rafael Solano, Manuel Tejada, Jochy Sánchez y Rafael Durán. Más que acertada es también la selección de los cantores: cinco voces femeninas (Claudia Sierra, Ileana Reynoso, Nathalie Hazim, Patricia Pereyra y Nathalie Peña Comas) y cinco masculinas (Rando Camasta, Frank Ceara, Fausto Guillén, Pavel Núñez y Víctor Víctor).

Los compositores escogidos pertenecen a incubaciones distintas. Las obras de Bullumba, Sánchez Acosta, Zouain, Brens y Lockward corresponden a lo que una vez denominé bolero pre-urbano (o bolero tradicional): una expresión musical sencilla, de literatura simple, cuyo canon se prolongó hasta los años finales de la dictadura trujillista. Las creaciones de Solano, Troncoso y Echavarría conciernen ya a las formas del bolero urbano, a esa música que circulaba en los laberintos de la ciudad grande en los años 60 y 70. Emergían entonces las influencias melódicas y armónicas del jazz, tanto como del bolero moderno mexicano (Vicente Garrido, Mario Ruiz Armengol, Roberto Cantoral, Álvaro Carrillo, Armando Manzanero…) y de la corriente del ‘filin’ cubano (César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Marta Valdés, Frank Domínguez, Julio Gutiérrez, Rene Touzet y Adolfo Domínguez, entre otros). El trabajo artístico de Cheo Zorrilla y Leonor Porcella de Brea, de encaje más reciente, avanza por senderos afines a la canción de ribetes hímnicos, típica de los grandes festivales europeos.

Hablé de mi entusiasmo por esta antología. Aunque admito que mi sorpresa excede los límites de cualquier entusiasmo. En principio, creo muy atinada la selección de los compositores, de las canciones, de los arreglistas y, claro que sí, de los intérpretes. Con todo, lo sobresaliente de esta producción es el aggiornamento de nuestro repertorio musical. Canciones más o menos antiguas, con arreglos musicales rejuvenecidos y voces de una generación que emerge, pese a las dificultades. Otras formas de decir el canto: menos engoladas y dueñas de mayor movilidad dentro del espacio melódico.

Sorprenden los arreglos de Rafael Solano. Sus concatenaciones armónicas (muchas veces cercanas al éxtasis) otorgan una nueva coloración estética a las canciones de Manuel Troncoso tanto como a las propias. Sorprende también Claudia Sierra. Una joven que urde quiebres de soul y tempo rubato con las estrofas de “Ven”, el mítico bolero escrito antes de 1940 por Manuel Sánchez Acosta. De igual manera impresiona Pavel Núñez, cuando la nasalidad de-nueva-trova-cubana de su voz menuda recrea, con tierno fraseo, la entonación “sonora y doliente” de la Guitarra Bohemia de Lockward. Atrapa asimismo la voz plana, recia y afinada de Nathalie Hazim musitando el “Pesar” de Bullumba Landestoy. En conjunto, la antología es notable y pone en alto relieve la jerarquía y las destrezas de nuestros músicos.

La desintoxicación cultural de nuestro pueblo solo será posible mediante la aplicación de dosis masivas de buen gusto, como cuentan estos dos volúmenes de Antología de la Canción Romántica Dominicana. Faltaría quizá la edición de un tercero, de un cuarto y hasta de un tomo quinto. Muy ardua faena será el recoger tanta obra subestimada (corrompida, olvidada) en los andurriales del aturdimiento colectivo. La reconstitución de nuestra memoria artística nos obligará a compilar la música de creadores como Salvador Sturla, José Dolores Cerón, ‘Danda’ Lockward, ‘Pancho García’, Julio Alberto Hernández, Rafael Ignacio, ‘Machilo’ Guzmán, Luis Rivera, ‘Papa Molina’, ‘Cuto’ Estévez, Radhamés Reyes Alfau, Luis Alberti, Enriquillo Sánchez, Luis Kalaff, Luis Chabebe, Armando Cabrera, Tony Vicioso, Nelson Lugo, Luis Senior, Luis Días y Fernando Arias, entre un enjambre de talentos lanzados al vacío.

Saludo con satisfacción esta iniciativa de la Fundación Refidomsa. De verdad, me hace pensar que no todo está perdido.

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