Introducción
El 30 de junio, la República Dominicana celebra el Día del Maestro, un homenaje merecido a los hombres y mujeres que, con paciencia y vocación, entregan sus vidas a formar nuevas generaciones. Pero este año, como en muchos otros recientes, la fecha llega en un clima de múltiples desafíos: crisis de valores, brechas digitales, violencia escolar, carencia de modelos sólidos, pérdida de la autoridad moral en el aula, presión emocional, entre muchas otras problemáticas.
Frente a todo esto, el cristiano no puede mirar hacia otro lado. El creyente, al celebrar esta fecha, no puede dejar de volver la mirada hacia el Maestro por excelencia: Jesucristo. Él enseñó en un mundo también atravesado por la injusticia, la confusión y la desesperanza. Hoy, más que nunca, su figura se alza como modelo de inspiración para los educadores de todos los tiempos.
He aquí, pues, siete aspectos de Jesús Maestro que pueden iluminar la vocación docente en este tiempo complejo y frágil.
1- Un Maestro que cree en las personas
Jesús vio lo que otros no veían. Llamó a pescadores para fundar su Iglesia; defendió a una mujer sorprendida en adulterio; se sentó a comer con publicanos; tocó al leproso que todos evitaban. Tenía una mirada de fe sobre cada persona, una capacidad de ver potencial donde los demás solo veían fracaso.
Hoy, más que nunca, el maestro necesita esa mirada. En las aulas llegan estudiantes marcados por la pobreza, la violencia, la orfandad, la confusión moral o la ansiedad digital. Jesús nos enseña que nadie está perdido si alguien cree en él. Educar es, ante todo, un acto de fe en el otro. Es decirle con la vida: “Tú puedes, tú vales, tú eres amado por Dios”.
2- Un Maestro que enseña desde la experiencia
Bien es sabido que Jesús no enseñó desde una torre de marfil. Se hizo carne, vivió entre nosotros, conoció el trabajo, el cansancio, el dolor, la amistad. Caminó con sus discípulos, se sentó con ellos, les explicó las Escrituras. Enseñaba desde dentro, desde la cercanía, desde la vida.
El educador actual no puede permitirse la frialdad o la neutralidad. En un mundo saturado de informaciones, pero hambriento de humanidad, el maestro está llamado a implicarse. Enseñar también es escuchar, ser empáticos, cuidar. Jesús Maestro nos recuerda que la transmisión del conocimiento debe ser cercano.
3- Un Maestro que traduce el misterio en lenguaje accesible
Las parábolas de Jesús son una muestra magistral de pedagogía encarnada. Hablaba del Reino de Dios comparándolo con la semilla, la sal, el pan, la red, la levadura. Es decir, usaba imágenes sencillas para expresar verdades profundísimas.
En la era de TikTok, de los memes y de la superficialidad, este estilo de Jesús es más necesario que nunca. El educador no puede encerrarse en el lenguaje técnico. Está llamado a traducir la sabiduría al idioma del pueblo, pero sin banalizar el contenido.
4- Un Maestro que se deja tocar por el dolor humano
Jesús fue un maestro que se conmovía de los demás. Lloró ante la tumba de Lázaro, se conmovió ante la viuda de Naín, sintió compasión por las multitudes, curó a los ciegos, multiplicó el pan para evitar el hambre. Su enseñanza brotaba de un corazón sensible ante el sufrimiento.
Hoy, muchos estudiantes llegan al aula emocionalmente rotos. Son muchos los hijos que vienen de padres divorciados, otros marcados por la violencia, adictos a lo digital, carentes de afecto, y más. El maestro también está llamado a sostener y animar. No es que se trate de asumir roles que no le competen, pero sí de tener un corazón disponible.
5- Un Maestro que forma en libertad
Jesús nunca manipuló a sus discípulos. Les enseñó, les desafió, pero también los dejó marchar si querían hacerlo (cf. Jn 6,66-67). Respetó sus procesos. Incluso a Judas, hasta el final, le permitió elegir. Su pedagogía estaba marcada por la libertad: invitaba, proponía, no imponía.
La educación, fundamentalmente la cristiana, no es adoctrinamiento. El maestro que forma según el corazón de Cristo respeta la libertad del alumno, incluso cuando duele. Forma en criterios, abre horizontes, ayuda a pensar, pero siempre en libertad. Jesús Maestro nos enseña que solo la verdad libera, y que educar en la verdad es formar para la libertad.
6- Un Maestro que enseña con su ejemplo
En los pasajes evangélicos se nos muestra que Jesús predicó el perdón, pero que también lo practicó. Igual hizo con el amor y muchas otras cosas más. Por eso su enseñanza era creíble. Porque lo que decía coincidía con lo que vivía.
En una sociedad donde la incoherencia mina la autoridad moral, los estudiantes perciben con rapidez cuando un educador no vive lo que predica. El maestro está llamado a ser testigo. No perfecto, pero sí auténtico. Enseñar exige integridad, y la integridad se construye, diariamente. Jesús Maestro nos indica, una vez más, que la pedagogía más poderosa es la del ejemplo.
7- Un Maestro que sigue enseñando hoy
Jesús sigue enseñando en cada maestro que educa con amor y en la verdad. Él dijo: “El que escucha a ustedes, me escucha a mí” (Lc 10,16). Y también: “El Espíritu Santo les recordará todo lo que les he dicho” (Jn 14,26). Es decir, su voz continúa resonando en quienes han recibido la vocación de enseñar.
Por eso, el maestro no trabaja solo. Tiene la asistencia del Espíritu y la fuerza de Cristo. Aunque no se vea, aunque no siempre se reconozca, en cada aula donde se enseña con verdad y con amor, Cristo Maestro está presente. A través de la voz del educador, Él sigue sembrando.
En este Día del Maestro, pidamos al Señor que renueve la vocación de tantos educadores que, a pesar de las dificultades, siguen sembrando. Que cada maestro dominicano pueda mirar a Jesús como su modelo. Y que, desde el aula más humilde hasta el centro más grande, se siga repitiendo la escena del Evangelio: el Maestro está aquí, y te llama (cf. Jn 11,28).
Conclusión
CERTIFICO que esta reflexión la hice pensando en los maestros dominicanos, al acercarse la celebración de su día en la República Dominicana, y en la misma fecha que celebramos la fiesta de Jesús Maestro.
DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintiséis (26) días del mes de junio del año del Señor dos mil veinticinco (2025).