“Amor que durará para siempre”, es parte del slogan en esta película de 1990. La tragedia de una pareja empieza cuando a la salida de una función de “Hamlet” el hombre es asesinado al defenderse de un atraco. En una rocambolesca trama que -nos retrotrae a la de Shakespeare- vemos que no fue un simple atraco: la chica corre el riesgo de ser asesinada por la misma persona que mandó a quitarle la vida; el hombre espectral se vale de una “médium” que lo puede “escuchar”, para poder advertir a su esposa. La película nada entre el melodrama, el purgatorio y la tragicomedia. Se vale de trucos del cine comercial, pero sin respetar ni a traernos algún elemento capaz de hacernos reflexionar sobre el amor sin fronteras, el apego y el duelo. Ni qué decir de las erráticas y aburridas metáforas de luces que se llevan a los buenos y sombras negras que se llevan a los malos, por ejemplo. En su composición construye una narrativa equivocada pero creída por quien digiere extravíos culturales propios de personas impactadas por individualistas a ultranza. Contradice cosas como lo sabido de “hacer a otro lo que yo quiero que hagan conmigo’’ no funciona cuando estamos en terreno amoroso. Sabemos que el amor y/o entrega cuasi total, como se pinta en la película, no se da hasta después de mucho tiempo y energía invertida en una vida en pareja. Por el contrario el filme nos hace creer otra narrativa de situaciones que nos retrotraen a nuestras vidas o por experiencias empíricas o por aspiraciones por ser amados como se ama a Dios. Como en Hamlet trata de explorar temas como la traición, la venganza y la corrupción moral, pero no consigue encandilar debido a su errante paseo entre el thriller, el melodrama y la tragicomedia para un público despistado y a gusto con el melodrama como deleite peliculero. En su momento, el amor romántico tal cual vemos en la historia, remite a un tipo de amor que existió, pero como ficción históricamente edificada y que hoy tendría sus días contados. De manera que si existiera el amor para siempre, existe el otro clerical que es amor “hasta que la muerte los separe”. En cualquier caso se trataría de una estructura socio patrimonialista históricamente construida que planta al afecto en el medio de todo eso. En Netflix

HH Género: Melodrama. Duración: 126 minutos.

Posted in Crítica Cine

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