“Capitão do mato” (Capitán de la selva) en el Brasil esclavista se le llamaba así al negro que cazaba a todo rebelde o esclavo fugitivo. Este filme muestra cómo ciertas frases trascienden el contexto y hoy es significante de esclavitud moderna, de esa dominación social que opera desde una lógica propia: la de individuos que aseguran ventajas competitivas para patronos, para que siga teniendo acceso privilegiado y exclusivo a oportunidades sociales, y las migajas les pertenecen. La sociedad que conocemos, para que funcione, necesita estar permanentemente convencida de que para custodiar la pirámide socioeconómica debe salvaguardar a rajatablas a esos agentes sociales incondicionales y confiables. Y esa es la primicia.

Para sostenerla se teje la historia en la ciudad de São Paulo, Brasil. SINOPSIS: Para brindar una vida mejor a su familia en el campo, un chico de 18 años, acepta un trabajo en un depósito de chatarra –simbólico–, pero queda atrapado en el tenebroso mundo de la trata de personas. La formidable actuación del chico protagonista hecha en capas va acorde con la narrativa del filme y cada secuencia nos retrotrae al proceso de trastorno de lo misericordioso que sufren las personas que quieren subir en la escala social, atestiguando que en cada peldaño las circunstancia le obligan a dejar atrás un poco de sí hasta convertirse en ese alicate que agarra a sus pares y se convierte en el individuo despojado de su humanidad, de uno que anula su ser, que apenas piensa y actúa conforme al interés de sus jefes. Cada secuencia muestra un espacio escénico con nueva perspectiva. Cada personaje responde a nuestras vivencias: hemos visto al líder del grupo pasarse al bando contrario tratando de que las cosas sean menos trágicas o con la idea de cambiar el mundo, también vemos al rebelde por todo o al que cree en la amistad y se desengaña, y ver en otro el analfabetismo pintado en toda su dimensión de vida estropajosa. Por entero, el filme desmenuza la trata de personas sin cliché ni estereotipos fáciles. Vemos cómo la trata es un mal con nuevas formas obscenas de opresión ligada a racismos, a xenofobias, a fascismos. La pobreza ya endémica facilita la clandestinidad de estos encadenados a una vida de miserias.

El guion pone cada cosa en su lugar empezando por la simplicidad de escenas, y luego ahonda en una batalla compleja sobre la moral envuelta en una trama típica de thriller obviando cualquier atisbo de los seculares fundamentos eternos e inmutables del bien y del mal. En Netflix con ese título.

HHHHH Género: Thriller. Duración: 93 minutos

Posted in Crítica Cine

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