En varias ocasiones he manifestado lo que Avelina viene defendiendo: el fraude del Arte. Por estas coincidencias escribo este artículo.

Una profesora de Álgebra ha puesto a sus 25 alumnos una tarea complicada para resolver un problema cuyo resultado es 25 (x-y). De todos los estudiantes, solo José, después de casi amanecer y llenar un cuaderno entero de soluciones fallidas, logró dar con la respuesta correcta. La profesora, en aras de no ofender a nadie, no podía decir que las demás respuestas eran también correctas porque no lo eran.

En Arte no hay una respuesta correcta, pero en la historia del Arte siempre hubo un aprendizaje como en todas las ramas del saber humano y las puertas estuvieron abiertas a todo el mundo.
El Arte siempre ha sido una manifestación de la combinación de la sensibilidad, las emociones y la inteligencia del homo sapiens.

Molesta, duele e indigna que alguien se autoproclame artista así por así. Sobre todo, si eres artista que llevas una obra a una bienal y al lado te ponen un paquete de escombros como si fuera arte. No es no.

Esa misma indignación es la que le dio a Avelina Lesper para escribir su obra “El Fraude del Arte Contemporáneo”.

Avelina es mexicana y tiene una formación en literatura y en Historia del Arte. Ella no es artista ni ha pretendido serlo y menos manipular a nadie para que lo sea. Ha criticado a Arthur Dante por ser uno de los ideólogos y cómplice de querer eliminar el Arte. ¿En serio?

Dante, que no sabía lo que era un infierno, al igual que Francis Fukuyama, ha querido poner fin, sin ningún fundamento sólido y válido, este hermoso quehacer humano.

El primero con sus teorías del “fin del Arte” y el segundo, confundiendo a media humanidad con aquella pendejada del “fin de la Historia” enunciadas en 1992 cuando planteaba que las ideologías no eran necesarias, que bastaba con la Economía y el dominio de los Estados Unidos y por lo que más luego apoyó la inútil guerra de Irak que tuvo más muertes que la pandemia del coronavirus. Para que la Historia tenga un fin, tiene que haber una extinción del ser humano, a partir de ahí se contará otra cosa si las cucarachas aprenden a escribir.

Dante planteaba que las cajas de supermercado de Andy Warhol eran las últimas obras de arte posibles. Por lo tanto, los ganadores del concurso E. León Jiménez (que ocurrió después) deberían devolver los premios ganados al igual que en los otros concursos celebrados donde sea.

Y justo a esto es que Avelina se opone, a la cualquierización del Arte, a que al público se le tome por imbécil presentándole basura como si fueran obras de arte simplemente porque Tal o Pacual lo decidiera desde la cúpula de la dirección de algún museo conocido.

Todas estas manipulaciones de las galerías, museos, “críticos” para legitimar la mediocridad, la basura como obras de arte, no solo le hace daño al Arte, sino a los artistas que se confunden sin entender porqué una gran obra de arte es rechazada cuando se acepta una funda de papas fritas como si lo fuera. Es un daño a la razón y a la humanidad como conjunto.

Avelina, que no me quiere gobernar, explica con suma paciencia, pedagogía y seguridad en entrevistas, conferencias, artículos, etc. lo que para ella y muchos artistas es un verdadero fraude y así denuncia cómo, un “artista” socio de una galería, compra su propia “obra” a un precio altísimo con el fin de engañar al público con respecto a su valor. Es así como ella desmitifica ese supuesto valor en una obra como es el caso del “cráneo repleto de diamantes”. ¿Vale más ese cráneo que una obra de un verdadero artista? No vale más un collage con 20 papeletas de $1,000 dólares que un collage de Picasso de la época cubista, o de Braque.

Plantea Avelina que “…Hay una división muy clara que hicieron los académicos y los teóricos del arte contemporáneo. Llamaron arte contemporáneo a las manifestaciones que respondían directamente a las denominadas herramientas de nuestro tiempo. Ahí englobaron el performance, la instalación, y el video, y por eso le llamo arte VIP (¿viralatas intentando presentarse?).
Dejaron fuera de la contemporaneidad a artistas que están trabajando ahora, pintando, haciendo escultura y que sí podemos analizar con valores reales. Si este arte contemporáneo está dentro de eso, estamos viviendo un gran fraude y sí digo, que el arte contemporáneo, como lo están planteando y como lo han desarrollado es un gigantesco fraude, y además uno ideológico…”

Otra de las cosas importantes que Avelina desmitifica es el criterio de que el arte es “cuestión de gusto” ante lo que ella plantea de que es una cuestión de criterio. Para imponer la teoría “del gusto”, se rompió con el del necesario creador. No es lo mismo hacer un retrato a que venga otro y le ponga los bigotes. Claro que esto se hace adornado de mil firifollas y explicaciones cantinflescas para demostrar lo indemostrable. El Arte es cuestión de gusto cuando alguien elije un cuadro haitiano del mercado reproducido 309 veces para su casa. Eso es otra cosa. Pero el Arte para la humanidad tiene que ver con el hilo conductor de la Historia.

El Arte tiene que ver con creatividad y esta con inteligencia. Por tanto, no puede ser Arte toda imbecilidad que a cualquiera se le ocurra. No se puede reducir este bello quehacer del ser humano al garabato o musaraña por una cuestión de esnobismo y de valor comercial impuesto a la cañona. Tampoco es cuestión de élite. ¿O acaso se puede llamar élite a los científicos que descubren nuevos inventos o nuevas medicinas? Así como todo el mundo no puede ser astronauta, tampoco se puede ser artista por autoproclamación. El arte no puede ser un refugio de los carajos que no quieren estudiar y lo quieren todo fácil. El arte no está para resolver ese problema. El que quiera ser artista tiene que estudiar, como el músico, el veterinario, el electricista, el dentista, el panadero. Unos más que otros.

Todo esto se enmarca en un disfraz: el disfraz del que no tiene talento y quiere hacer pasar sus pendejadas como arte. Es por eso, y bien coherente el discurso de la moda del llamado “arte contemporáneo que ya hoy día no se necesita de ninguna escuela que enseñe las Bellas Artes. Lógico, porque para exponer un carro partido en dos no necesito saber nada ni siquiera cómo cortarlo porque para ello, en el taller se ocupan. Es mucho más fácil pegar 250 fundas de papitas que es lo mismo que exponer 80 etiquetas de sopa Campbells, que pasarse tres años o cinco estudiando perspectiva, diseño, color, composición, proporción o ética y estética. El gran talento de Andy Warhol fue el de lograr meter en los museos lo que todos habían visto en los supermercados.
Chapeau monsieur! Lo peor es que todos los jóvenes artistas le tenían envidia sin ponerse a pensar un solo segundo que ello ocurrió por “maquinaria” y el equipo de “críticos” comprados que difundieron a los cinco vientos su “genialidad”. Y continua.

No, no puede ser arte, bajo ningún concepto que alguien le pague a otro para que vomite o defeque en un salón. Ni que paguen millones. Ese absurdo “hiperintelectualizado” es parte del plan orquestado y no es un complot de la CIA. ¿O sí?

Sobre esto Avelina expone: “…El arte contemporáneo, englobado dentro del arte VIP es un fraude. El arte contemporáneo que están realizando otros artistas, como pintura, dibujo, escultura, o artes gráficas, ese hay que analizarlo desde la obra misma, para poder decir si es una obra lograda o una fallida. Es un arte que se defiende desde su manifestación inmediata, que es la obra. No es uno resultado de las imposiciones teóricas y económicas de un grupo…”

Muchas personas se sienten molestas ante sus críticas porque “…
Su fibra interior es su cartera. Básicamente lo que estoy tocando son intereses de poder y económicos. Desde un profesor hasta un curador, un galerista, un Art Dealer, se molestan porque digo, “lo que tú estás haciendo, lo que tú estás vendiendo o lo que tú estás enseñando es un fraude”. Obviamente estoy entrando en sus intereses de poder y económicos. Tú le dices a un profesor delante de todos sus estudiantes que lo que está enseñando no es arte y que no está dando las herramientas suficientes para desarrollarse y obviamente se pone en peligro su cátedra. Eso es lo que les disgusta…”

No te confundas, no es que estás quedao ni atrasao. Ese, justamente, es el argumento del engaño.

Defender el Arte Contemporáneo es asumir que una obra de Yoryi Morel es igual a una cáscara de guineo que alguien “famoso” recoje y pega en la pared de un museo, o que una obra de Amable Sterling es igual a una cajita de cartón pintada en serie y expuesta como “obra”. O que un dibujo de Chiqui Mendoza es igual a una silla atornillada a una pared o un cartón lleno de chicles. Así no.

Avelina hace énfasis en que el público tiene derecho a la calidad, al arte con inteligencia, lo que es una redundancia… a la belleza.
No es el fin del arte de la fotografía por decreto de nadie. Ningún paisaje de Batista es igual a uno de aquellos primeros de Weston. La creación en el arte es infinita pero no puede ser reemplazada por vasitos de yogurt, ni por un vaso medio lleno de agua, o medio vacío.

La historia de la humanidad ha avanzado en función a la crítica del pensamiento, por eso la ciencia nos presenta un celular superando al teléfono de manigueta de los abuelos y por eso el coronavirus no se cura con plegarias ni con peregrinaciones de fanáticos. Por eso una pila de piedras amontonadas no puede ser el avance del arte escultórico de hoy con respecto al David o la Pieta de Michelangelo Buonarroti del pasado.

Nadie, ni siquiera Wan Wai Dog, puede autoproclamarse poeta, escritor, pintor, como tampoco se puede hacer en Medicina, Ingeniería, etc. se necesita estudio. En Arte se necesita estudio y la producción de una obra que diga que eres artista. No el amasijo de disparates declarados como arte por tu pandilla mafiosa. Así no vale.

Esta es la lucha de Avelina y de todo el que ame el Arte. Si la mafia le abre las puertas solo al fraude artístico, se quedará sola porque seguirá haciendo arte quien crea en él, con o sin museos.
En un programa, apoyado por el grupo Milenio, Avelina visita a los artistas y los da a conocer, la mayoría bloqueados por no tener padrinos. Ese es otro aporte y un arma contra la imposición del arte conceptual de los guruses curanderos y las farsantes del llamado arte contemporáneo.

Y Avelina no está sola.

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