Lo único que le faltaba a Ramiro Matos para despejar dudas y quedarse en la Academia de la Historia, era un cuento. Este cuento triste, no vale ni dos pesos de agua. Mejor hubiera sido una de vaqueros. Se crea entonces un duelo: Palabra contra palabra, la palabra de Mukien, Cordero Michel, Hamlet… y la de Ramiro Matos, o la del General retirado y la de Chaljub, quien afirma que “…un herido Cordero Michel le informó a Matos González de la intención del líder del 1J4 de entregarse y como señal bajarían portando banderas blancas. “Aunque traigan banderas de paz, todos morirán” fue la respuesta de Matos… como lo narra el periodista de El Caribe Rafael Alonso Rijo en entrevista a Chaljub Mejía.

También esa afirmación pública de Cordero Michel la recoge Anthony Stevens-Acevedo en cuatro entregas sobre la “inadecuada, insensible y drásticamente incoherente” respuesta de la Academia al “reclamo de la familia Tavárez Mirabal”. Por tanto, Cordero Michel no puede ser testigo del cuento del general.

Nunca entendí por qué Hamlet Hermann tenía que volver a la loma y repetir el recorrido guerrillero acompañado por Ramiro Matos y menos escribir junto a él un libro. Entre muchas cosas le dije que estaba limpiándolo. Yo tenía veinte y pico y Hamlet ya era Hamlet. Pero él tenía razón para “desnudarlo” de arriba abajo.

-“Lo importante es que se borre el sello del guerrillero como bandido, es lo que hicieron con Pancho Villa y Zapata. Esa etiqueta de ladrón y terrorista es la trampa que se ha querido imponer para que olvidemos el aspecto político, el derecho a oponerse, con cualquier método, a un régimen de terror que desconoce la democracia y abusa del pueblo…” palabras más o palabras menos, que armo desde el recuerdo. “¿Cuánto les costará a los historiadores borrarle el mote de gavillero, equivalente a un vulgar ladrón a aquellos rebeldes patriotas que se opusieron a la ocupación del 1916?…”

Ya Hamlet había publicado “Caracoles”, una narración de la guerrilla de Caamaño, que, como continuación de la de Manolo, reivindicaba, en esencia, la vuelta a la constitución de Bosch.

-José, rompimos récord de venta para un libro dominicano de historia, me decía más que orgulloso. Me incluyó porque yo hice la portada.

Y a ese se siguieron sumando otros libros hasta que en el 2015 Roberto Cassá, Cordero Michel, Rafael Emilio Yunén, propusieron su incorporación a la Academia. La moción perdió y Hamlet no entró a pesar de sus 15 obras. ¡¿Qué no cumplía con los estatutos?!

La Academia “es clara en sus estatutos y Ramiro Matos no tiene cuentas pendientes en la Justicia”. ¡¿Qué Justicia?! ¿Esa que nunca condenó a tantos asesinos de las dos Eras y se hizo la chiva loca en cientos de casos? ¿Realmente puede la Academia levantar ese argumento? ¿Puede Daniel Balcácer reunirse con Ramiro Matos después de haber escrito su magnífico libro sobre el magnicidio a Trujillo? ¿Se podrán reunir con el que los sobrevivientes señalan como el asesino de Manolo, proclamado Héroe Nacional?

¿Por qué Viñas Román no respondió aquella carta del 2004 firmada por Fidelio, Polón, Pitifia y Chanchano? ¿Quiénes se reunieron en el Palacio el 17 de diciembre? Ornes, director de El Caribe, seguro que lo sabía, como sugiere Gómez Pepín, de la misma manera que aquel, ante un atropello al periodista Báez Guerrero, exonera a Ramiro Matos, Jefe del Ejército, y culpa a un tal Gobaira. ¿Bomberos ambos?

Se podrá escribir todas las justificaciones: que él estaba un chin ma pa’llá y que fue una patrulla solitaria, loca y sin mando, que este general es un artista, que el ojo lo perdió junto a Drake y que ambos fueron condecorados por la Reina como Sir o Lord, que cuando se dijo que se le iba a respetar la vida, en realidad tenían el índice y el mayor cruzados. Como si se tuviese que aclarar que cualquier prisionero, sea ladrón o guerrillero, hay que respetársela. Ramiro Matos podrá haber escrito 50 tomos de Historia, 9 de Teología y más cuentos de vaquero que Marcial Lafuente Estefanía y eso no lo puede validar para entrar en la Academia de la Historia, ni en la de música, ni en ninguna. A menos que se crea una en Najayo que incluya todas las biografías de los cuerpos de terror que aún recordamos. Y menos aún ser instructor, profesor en las aulas de las Fuerzas Armadas. ¿Enseñar qué? ¿Qué cuando gana un candidato en las urnas que hable de principios patrióticos y morales hay que tumbarlo? ¿Que a los patriotas capturados se les tortura, se les insulta y se les fusila cuando están indefenso? ¿Que a las protestas populares se ametrallan como aquella de febrero del 66 contra estudiantes indefensos frente al Palacio o la del 84?

¿De qué comunismo le quieren enganchar a Manolo? ¿De defender nuestra Constitución? Porque defender a Bosch era lo más patriótico de ese momento porque fue elegido democráticamente por la mayoría de los dominicanos. Los golpistas, trujillistas, acostumbrados a las arbitrariedades no podían aceptar la Democracia y la elección de Bosch, la que desconocieron. ¿Con la potestad del fusil?

Ramiro Matos era parte de esa horda, herencia del régimen sanguinario, que gobernó con la razón de la fuerza, los abusos, los privilegios no merecidos cuando usurparon el Palacio.

El trujillismo continuó cuando el PRD y la Unión Cívica Nacional aceptaron la vuelta de Balaguer. Menos el 1J4. Eso validó la continuación de la Era y la vigencia de los militarotes. No hubo ninguna democracia y menos que Balaguer sea su padre. Por eso, no es ningún honor “haber ocupado los altos cargos”, por el contrario, hay más compromiso cuando ellos se usaron para violar los Derechos Humanos. Lo que salvó a Cordero Michel y a Hamlet fue la presencia de campesinos testigos y periodistas.

¡Gran comunismo el de Hamlet por haber dirigido AMET de manera pulcra y no como se manejó La Guardia y La Policía en las dos Eras (de Ramiro Matos) y que todavía sufrimos sus secuelas!

¡Gran comunismo el de Miguel Cocco, de iguales ideales que Hamlet, por dirigir la Aduana sin esa mafia que ha mantenido en la pobreza este pueblo robándose el erario del que La Guardia es “custodio”!

¡Gran comunismo el de Chaljub por sus honestas y puntuales investigaciones sobre el merengue y otros temas culturales!

¡Gran comunismo el de Cassá por convertir “el chiquero e’chivo” de Fond Bernard en un espacio decente! ¿O es que “comunismo”, en el argot militar de Ramiro Matos es equivalente a honestidad, decencia, civilidad, moralidad cosa que nunca se enseñó en los recintos militares? Odio sí, y “poi baisa”. Por eso el miedo de la población a esos guardias y policías formados con la brutalidad trujillista que hoy perdura.

Esa vieja guardia, podrida y carente de valores y conocimientos etiquetó como “comunista” a gente honrada y trabajadora. Eliminó a su juventud más pensante y comprometida con la Patria. Los generales trujillistas se sintieron amenazados por el Gobierno de Bosch que les quitaría las mañas, el robo y ese poder arbitrario y abusivo. ¡Qué comunismo ni qué pendejá! Es lo mismo que hizo Pinochet con Allende.

La vida de Manolo y Caamaño son bien conocidas. No eran santos, eran seres humanos de carne y hueso, pero de una responsabilidad ciudadana, valentía y patriotismo por encima de lo común, que en ambas Eras muchos se callaron o colaboraron. La lucha que libraron por una República Dominicana hermosa, próspera, alegre, democrática, no puede opacarse galardonando a sus verdugos.

¿Cuál es el aporte de Ramiro Matos? ¡Por favor! ¿Unos libritos elaborados mientras sigue atrapado en la oscuridad, que buscan justificarlo? Su aporte es, hacernos ver con mayor necesidad, que se cambie todo ese aparataje vigente que nos mantiene en una sociedad insegura, de policías y guardias irrespetuosos, chantajista, “pididones” que dan vergüenza, lo más probable “instruidos” con sus manuales. Queremos guardias y policías honestos, civilizados que estén del lado del ciudadano como se ha planteado con la famosa Reforma que no acaba de llegar.

Valiente ha sido la denuncia de Mukien, solidaria la de Yunén y muy triste, penosa, errada y falsa la respuesta de la Academia.

Ramiro Matos quiere justificar el rol de la guardia frente a cualquier guerrilla que atente “contra el orden establecido”.

¿Establecido por quién? ¿Por la bayoneta?

En verdad, eso sería válido cuando existe un Estado de Derecho. Cuando se trata de una dictadura, el deber patriótico de las Fuerzas Armadas de la Nación es unirse al clamor popular. El deber de las Fuerzas Armadas que combatieron las invasiones de Constanza, Maimón y Estero Hondo, donde estaba Ramiro Matos, era de ponerse del lado de los “invasores”. El papel patriótico de las Fuerzas Armadas era de defender la Constitución en 1963 y respetar el voto popular que eligió a Bosch. ¿De qué lado estaba Ramiro Matos en el 65? Era tan fábula lo de abril que hasta perdió un ojo, como se lo recordó Emilín Herasme Peña y que tuvieron que buscar refuerzo de 42 mil soldados extranjeros. Esos militares no le perdonaron nunca a Caamaño unirse a Bosch, unirse a la Constitución, unirse al pueblo, unirse a la verdad.

Querer pedirle a Mukien que sea filósofa, teóloga o tener títulos en Derecho para que pueda validar sus opiniones de Ética es tan pobre, pretensioso y vacío que solo busca desviar la cuestión central: Ramiro Matos no cabe en la Academia por su responsabilidad en los fusilamientos de Manolo y Caamaño.

Si la Academia pretende levantar el argumento de la probación en la Justicia, y ellos, conociendo la Historia, quizás lo correcto hubiera sido postergar esa inclusión hasta que se pruebe, con tribunales pulcros, la acusación, que no es un simple rumor y tampoco viene de “loquitos viejos y comunistas”.

Mukien no debe reunirse, como lo ha dicho, pero tampoco debe renunciar. Que renuncien todos los que han apoyado al general de marras. La saña contra Mukien, por ser mujer pensante, es inquisidora, como lo señala Pedro Conde.

Que se dedique la Academia a sacar a Pedro Santana del Panteón, ¿o es que no se atreven? Que se rescate la imagen y patriotismo de Pepillo Salcedo del atropello de Gaspar Polanco que sigue en el mismo caballo de Manuel Rodríguez, “el chivo”, matón que enlodó la gesta restauradora. Que se opongan a la señalización de calles con nombres de héroes de lucha libre y locutores analfabetos y trujillistas, y a tantas vainas de las que cojea nuestra Historia narrada con la presión de poderes económicos del momento más que contada con la objetividad, la verdad y la vergüenza.

¿A quién le creo, a Mukien, o a una mata de javilla que nació y creció torcida?

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