Antología medrosa, de Iván García Guerra

Conocido como el actor dominicano en quien el pueblo percibe la imagen vívida del patricio Juan Pablo Duarte, Iván García Guerra se revela esta vez como un auténtico poeta con su libro De amor y penar:

Conocido como el actor dominicano en quien el pueblo percibe la imagen vívida del patricio Juan Pablo Duarte, Iván García Guerra se revela esta vez como un auténtico poeta con su libro De amor y penar: Antología Medrosa, en el que le canta a temas universales con una espiritualidad que no es común en la lírica vernácula. Su consagración durante un tiempo a filosofías y religiones orientales, las mismas que enriquecieron al maestro Rabindranath Tagore, le permite al autor explorar universos vedados a la concepción materialista y utilitarista impuesta en la sociedad occidental.

García Guerra dice con modestia que sus letras, “sufridas y disfrutadas son algo muy personal, bastante personal y a lo sumo dominio de amistad. Encontrarán simples cartas, intentos de poemas, canciones y simples pensamientos”. Asume sus textos como “un lenguaje de intención poética”, que no asegura si llegue a dominar. Como un severo autocrítico expresa: “este torpe acomodamiento de palabras siempre fue para mí una simple válvula de evasión para aquellas emociones que de quedarse dentro lastimarían”.

Confiesa que vaciló durante un tiempo entre publicar o dejar en el anonimato sus escritos, siendo determinante la opinión positiva de su esposa Frances, en lo que probablemente coincidan quienes accedan con criterio exigente a sus 233 páginas. Un fragmento del poema “Así”, es solo una muestra del lirismo recurrente: “Y así me entrego a ti como a la vida misma, sin pedirlo,/ buscando dulces signos de la paz que se anida en mi soñar./ Quiero encontrar en ti lo que en mi está olvidado o/ escondido;/ el ansiado retiro que será mi descanso en el final./ Quiero darte mis miedos y robarme los tuyos; compartirlos/ y hacer con nuestro esfuerzo, / que la unión hace inmenso, el paraíso./ Si, es muy larga la espera que espera por la paz prometida,/ y en ti quiero crear una estación de amor en mis días./ Quiero entregarme a ti, sentir tu mano alígera que juega,/ recorriendo su reino sobre mi carne ansiosa de ternura”.

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