Desde pequeño, cuando copiaba comics que compraba a 20 centavos cerca de su casa en Villa Mella, Jon Ventura sintió pasión por el dibujo. La situación familiar le obligó a trabajar muy joven como ayudante en una fábrica de letreros. Luego de eso, se traslada al Mercado Modelo a pintar camisetas, especialmente para turistas, y después emprende en el área de la cerámica. Una enfermedad respiratoria lo obliga a retirarse momentáneamente de sus labores. En ese corto período, reflexionó que debía tomar otro camino para seguir prosperando. Se fue a Boca Chica y allí se enfocó en la elaboración de caricaturas y murales. Tiempo después, consiguió entrar a un proyecto en Casa de Campo. Jon Ventura se considera un eterno aprendiz del arte.

¿Cómo inició en el mundo del arte?
Mi primer contacto con el arte se produjo en Villa Mella. Cuando yo tenía 14 años mis familiares se mudaron a ese municipio. Por la situación económica que vivíamos, tuve que salir a la calle a buscar el sustento para nuestra familia. El primer empleo que conseguí fue para hacer letreros en Pinturas Shewin-Williams. Duré siete años. De ahí pasé a pintar camisetas al Mercado Modelo, a principio de los 90. Mi mayor clientela eran turistas. Tiempo después lo dejé, y entré al mundo de las cerámicas. Desde niño tuve ese interés por los colores y el dibujo en general, de hecho mi mamá me daba de vez en cuando 20 centavos que yo utilizaba para comprar comics. Solía copiar en varias hojas las figuras de las historietas, lo cual me permitió desarrollar la habilidad del dibujo sin estarlo buscando.

¿Cómo siguió su carrera?
A finales de los 90, problemas asmáticos me obligaron a hacer una pausa en mi labor artística. Eso también estuvo ligado a una recesión económica en mi hogar. En ese momento me senté a pensar qué camino debía tomar para seguir avanzando. En el 2000 me mudo a Boca Chica con ganas de cambiar mi vida. Ahí comencé a aprender a pintar en espacios más grandes, en murales. Durante un tiempo me mantuve perfeccionando mis técnicas de la mano de un artista y escenógrafo francés. Fue un momento de mucho crecimiento.

¿Cómo surge su pasión por las caricaturas?
Aunque soy un artista plástico, esencialmente costumbrista impresionista, las caricaturas siempre han sido las expresiones artísticas que más disfruto hacer. Es mi pasión infantil, a raíz de los comics. Decidí enfocarme en eso a partir del 2005. En la calle Duarte de Boca Chica empecé a promover mis caricaturas para el sector turístico. Aunque al principio fue difícil, luego me fue bastante bien. Llegó un tiempo en el que no solo hacía obras en ese lugar, sino que varias personas me contrataban para bodas, cumpleaños y otros eventos. En el 2014 me llaman de Casa de Campo para un proyecto en un muelle, para colocar a la entrada una especie de bazar de pinturas de artistas locales para cuando lleguen los turistas. Desde entonces estoy con ellos, pero también he trabajado para otras instituciones y compañías. El sector turístico ha sido el que más ha disfrutado de mis obras. Mi proyecto personal se llama @Caricatureandord. En Instagram y Facebook, con ese mismo usuario, pueden encontrar mis procesos creativos.

¿Cuáles cree son los principales retos de los artistas de estos tiempos?
Creo que uno de los mayores problemas que tiene la clase artística local es que ha perdido mucho la originalidad. Gran parte de las obras que se están realizando son copias de grandes artistas o de otros de poco renombre. Hay una tendencia a copiar también del internet. Muchos principiantes, por ejemplo, pierden el tiempo en copiar trabajos de otros artistas, cuando tienen la posibilidad de arquirir conocimiento y formación a través de la web.

¿Qué ha sido lo más duro de enfrentar en su trayectoria?
El arte en sí es un desafío. El artista tiene que pagar un precio por el privilegio que da el arte, para ser reconocido por su trabajo. No existe la fama sin trayectoria. Me ha pasado de todo en el arte: me han botado mujeres, me he visto sin comer, me he visto durmiendo en el suelo, he quebrado, y mucho más. Pero me mantengo en pie, porque tengo la fe inquebrantable, eso me ha ayudado a ser mejor. Soy un eterno aprendiz del arte. El arte es mi razón de vida, sin ella estaría incompleto.

¿Cómo valora el apoyo de las instituciones públicas y privadas a los artistas?
Eso aquí no existe. Los últimos gobiernos no han dado el apoyo suficiente para que los artistas puedan promocionar su talento como corresponde. Ni el sector privado ni el público han actuado como se debería, porque vemos casos de pintores que tienen una trayectoria sumamente interesante y de honores que viven en la miseria. Los pocos intentos que han hecho por extender la mano para apoyarnos no han valido la pena, porque en este país si un proyecto no le da beneficios a las empresas o al gobierno no lo respaldan. Es lamentable.

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