Iris Pérez Romero, reconocida por su profunda sensibilidad y enfoque multidisciplinario en las artes, comparte en esta entrevista su trayectoria desde los primeros trazos en la Escuela Nacional de Bellas Artes hasta su reciente exhibición “El Arte de la Resiliencia” en el Instituto Cervantes de Tokio. La artista explora temas universales como la violencia, la enfermedad, la sanación y la resiliencia, con lo cual busca conectar con el espectador a nivel emocional y reflexivo. La obra de Iris es completamente referencial y contestataria, hay en ellas un gran discurso social hacia lo femenino. Además, con su obra quiere establecer un canal de conexión entre las obras creadas y las personas que tengan contacto con estas para que las lleve a la reflexión.

Cuéntame sobre tus inicios en el arte, ¿cuándo tuviste claro que querías ser artista?

Desde muy niña sentí interés por las artes, me la pasaba dibujando en cuadernos ya sea en la casa o en cualquier tiempo libre en la escuela. Llegó el momento de inscribirme en la Escuela Nacional de Bellas Artes (actual ENAV) a los 17 años. Allí descubrí un mundo distinto que me fascinó y en el que me adentré con la decisión de que era lo que deseaba. Paralelamente, me inscribí en los talleres de arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y seguí en la búsqueda de conocimientos necesarios para materializar lo que deseaba, dedicarme a la creación artística. Desde entonces tuve la necesidad de explorar y adentrarme en procesos creativos.

¿Cómo describes tu proceso creativo?

Para mí el proceso creativo es vital, voy pasando de un medio a otro, y también cambio de disciplinas desde la generación de ideas que surgen fruto de las reflexiones, observaciones y sensibilización con mi entorno y situaciones que suceden y me sacuden, hasta la creación en sí. De esas reflexiones, observaciones y vivencias surge la obra. Algo importante para el desarrollo de mi proceso creativo es que vivo en una casa que también es mi estudio, en su interior todo late entorno a los procesos que voy generando, a la relación conmigo y el reflejo que puede gestar esta relación en los otros; a la labor y pensamiento creador en torno a los distintos procesos y vivencias.

¿Con cuáles materiales desarrollas tu trabajo y cómo haces la transición entre un modo de creación y otro?

Mi trabajo es multidisciplinario y a la vez es multimatérico. Cuando pinto voy pasando del acrílico, al óleo, dibujos realizados al grafito, tinta, acuarelas, así como la arcilla, madera, objetos intervenidos y medios mixtos. Trabajo también con el cuerpo, cuando decido hacer performance y en la fotografía cuando deseo documentar procesos en solitario. La transición la decide la necesidad de utilizar un material u otro, también el tiempo que le pueda dedicar, por ejemplo cuando trabaja cerámica, no siempre puedo inclinarme por otros medios, debido a que es totalmente alquímica y te sumerges en todos los procesos, desde crear las piezas, esperar el secado, quema, hasta ver el resultado final. Todo esto te mantiene pendiente y se pasa de un estado y de una acción a otra.

¿Cómo crees que tu obra refleja los valores y la sensibilidad que hay en tu interior?

Los valores que reflejan mi obra han venido forjándose desde mi niñez. Crecí en un entorno familiar en el que desde siempre se luchó contra situaciones que afectaban y vulneraban a las personas, eso hizo que desarrollara una sensibilidad que rechaza los distintos males que afectan a nuestra sociedad, lo que intento transmitir en mis obras. Toda la obra que he realizado estan unidas a esos valores o de la manera que intento accionar en la sociedad en la que vivo y trabajo, esa sensibilidad que he ido desarrollando y que a través de los años ha sido más aguda ha hecho posible el poder transmitir y reflejar las inquietudes que existen en mi interior.

¿Algún aspecto en particular que buscas transmitir a través de tu obra?

Me interesa que mis obras motiven a la reflexión, a cuestionar y cuestionarnos y que el espectador pueda tener una conexión real al estar frente a ellas.

Háblanos sobre tu exposición “El Arte de la Resiliencia” recientemente inaugurada en el Instituto Cervantes de Tokio. ¿En qué consiste?

La muestra se abre por la conmemoración de las Relaciones Bilaterales de la República Dominicana con la República de Japón. Esta segunda etapa de la muestra ha sido curada por Alex Gabriel Pina, ya que en una primera se mostró en la Galería Trinity de Seúl, Corea, y fue curada por Nick Seo, Alex Song y Jessica Jeong. Es una muestra en la que presento obras en las categorías de dibujo, pintura, fotografía y cerámica. Abordo situaciones que vivimos los seres humanos como violencia, enfermedad y distintos males sociales, pero también sobre la posibilidad de sanar y enfrentar con valentía situaciones que nos vulneran.

¿Cuáles obras presentadas en la exhibición puedes citar?

Varias realmente, como parte del vínculo que deseaba crear entre los dos países, además por la relación que ha tenido mi obra con la poesía me centré en una pieza dedicada a cuatro poetas; dos dominicanas y dos japonesas: Kaneko Misuzu, Yosano Akiko, Carmen Natalia y Delia Weber. Por medio de una instalación en madera, cerámica y papel de arroz esta obra la realicé con la colaboración de Mie Takayanagi, estudiante de literatura japonesa que reescribió poemas en Hiragana. Otras piezas importantes son: En el Lugar del Ser, dedicada específicamente a poetas dominicanos. Recorrido hacia la luz, pieza en cerámica donde las mariquitas y el corazón juegan un papel central, conjuntamente con las tres obras con que previamente había participado en la Bienal Internacional de Bangladesh, donde la pintura 26 flores negras flotan, y la obra Morada en la que trato sobre los feminicidios en la República Dominicana. Una serie de obras las realicé en papel de arroz y tinta comprados entre Corea del Sur y Japón. Parte de los dibujos en estos materiales los realicé allá, y fue realmente una experiencia muy gratificante.

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