¿Cuál era el peor enemigo de Ulises Francisco Espaillat?

Espaillat nació un año después de que las tropas de Boyer habían ocupado toda la isla como para legitimar el viejo slogan de la independencia haitiana: “la isla es una, e indivisible”.

Cuando creció, ya educado, se preocupó por todo, por las cosechas de tabaco, los caminos que podrían unir a Santiago con Puerto Plata, la escuela para pobres y ricos, la escuela normal para las muchachas, la concentración en La Capital de todo como si el Cibao no existiera…

Amaba a su Cibao, esta región, vestida de una palabra hermosa designada por los aborígenes, gracias a Bartolomé de las Casas cuya ocupación, pa’ no aburrirse, era escribir todo lo que veía y lo que oía.

Abarcaba la mayor y más verde región de la isla y se extendía más allá del río Massacre, apretujao entre las montañas del mar del norte y del centro, con una fertilidad que la ha diferenciado del resto, de las llanuras del este y la aridez del sur. Luperón se quedó gobernando desde Puerto Plata y los más recientes presidentes santiagueses se volvieron “buchi pluma nomá”.

¿De qué sitio de España vinieron los primeros colonos que acentuaron la diferencia regional con el habla de una i espinosa y punzante? No cabe duda que los andaluces no tenían la lengua tan mantequillosamente suave y dejaron sus huellas junto a los canarios.

La i del rosal sirvió de chantaje para degradarnos a pesar de las rosas. Espaillat, Bonó, Filomeno de Rojas, de Peña y Reynoso, Anchambault y tantos otros.

La palidez del Partido Azul en época pos Restauración nos costó la vuelta de los rojos de Báez cargada de analfabetismo e instintos primarios de quienes conocían más el comportamiento de ganados que el debate de ideas que revoloteaban desde el humo de un buen cigarro y con libros en las manos cerca del Yaque. No valió la decencia y la valentía de Pepillo Salcedo, ni la de Espaillat, cuando el fanatismo santanista estuvo al acecho para imponer su fuerza bruta… y muy bruta.

De hecho, la isla podría haber albergado, a pesar de la declaración de la indivisibilidad, como grito de guerra, a tres repúblicas, completamente diferenciadas autogobernadas, aunque unidas en una confederación, pero no ocurrió para dejarnos un Haití saqueado por las dictaduras de los Duvalier y sus sucesores corruptos y un pueblo hambriento y miserable.

Del Artibonito hacia el Oeste siempre fue mucho más remarcable el sello distintivo y cultural cuando ellos se zafaron de aquella opresión, poco conocida, que vivieron las colonias de esa Francia que destruyó tanto en el norte de África como en sus islas con una política imperial de esclavitud peor que la de los españoles y los ingleses. El Cibao ha tenido, desde La Restauración, además de su habla picante, una mentalidad y visión de producción y progreso con una filosofía espontánea de solidaridad y de palabra de empeño, con un alto valor moral e integridad patriótica que poco a poco se esfume por el cansancio.
Con el tiempo, el desarrollo moderno, la “bella revolución” que viró a dictadura, el centro neurálgico de todo, incluyendo la corrupción, se concentró en La Capital con sus cheques a la medida y sus intelectuales, bautizados como tales por ellos mismos y “pioi quiun Cayo en la chancleta”.

Esa concentración, como en aquel “gold rush” de Chaplin, ha sido tan grande que la población la ha tenido como un segundo destino después de New York, donde sus gobernantes se acostumbraron a recorrer las regiones, solo pocos días antes de las elecciones, cual Indiana Jones, en busca de algún tesoro perdido.

No es todo hormiga con sus matices cromáticos, ya que se ha amagado sobre el Hotel Mercedes, El Correo, un AGN local, quizás después de verle el refajo al sector privado creciendo verdoláguicamente hasta casi cubrir las desahuciadas y moribundas instituciones públicas culturales.

Tal y como lo planteaba Espaillat, con otras palabras y en otros contextos, El Cibao necesita un ministerio de cultura independiente, descentralizado que pueda realizar cada año un programa vasto y que apoye e incentive proyectos para la juventud y en provecho de la población.

•El Teatro del Cibao, más dedicado a ferias de autos y exposiciones de afiches de ferreterías, ha dado tumbos hasta negarle su espacio al Padre Hilario y su orfeón. “El teatro es mío, mío”, repetía el eco en la acústica de la Sala Restauración. Los ratones aplaudían.
•La Escuela de Bellas Artes en modo “provisional”, y casi de avión, recurre a la excusa que nos repetía un antiguo síndico en Tamboril: “No hay cuaito” y así siguiendo lo mismo de siempre guiados por programas obsoletos.
•El Palacio Consistorial ya no consiste en nada. “La casa pierde y se ríe, el público gana y se va”.
•Amantes de la Luz pasó de 30 voltios a 5… alumbrando intermitentemente. Sería más “rentable” si pusieran un letrero: “pague su luz aquí”.
•El Centro de la Cultura no tiene ni los perros del patio que cuidaba Yoryito, un mensaje en código morse para las autoridades.
•Alianza Cibaeña semeja un “cementerio de libros olvidados” como aquel descrito por Zafón.
•La Logia de la Restauración se prepara para ser parte del Ministerio del Tiempo, aunque muchos afirman que ya hace tiempo se lo tragó un hoyo negro cósmico.
•La Fortaleza San Luis se pierde en la cronología del calendario e insiste en hacernos creer que todavía estamos en la época de los come burros.
•El Hotel de Alfonso Aguayo se convertirá en un museo como lo afirman los seguidores de la creencia de los pelos de rana, incluyéndome a mí, después de amarrar a los jumentos degustadores de esperanzas.
•El Correo será museo que reemplazará el de Tomás Morel, cuando llueva pa’arriba o baje Santo Tomás con lentes fondo de botella, a lo Quevedo, a repartir espejuelitos de cartón con un ojo rojo y el otro azul.
•El Centro de Utesa, vigilado como, si fuera el mundo de los Schtroumpf o pitufos por Gargamel, fue el antiguo proyecto gubernamental para ubicar el Ministerio de Cultura. Hoy es un museo privado que hace lo que puede, por doña Ingrid y por Melany. Gracias Hipólito, Gracias, graciasssss…Y suerte que no se le ocurrió instalar el Museo del Ñame.
•El Centro León, ¿subvencionado por el Ministerio de Cultura? Si es así, ¿por qué no abrir las puertas anchas, aunque se rompan “laj biságaras”? Si es así, ¿para qué la dualidad?
•El Monumento Boná mantiene su fácil manejo y mantenimiento por la sólida construcción, aunque necesitaría una museografía menos choperil, herencia del mondonguerismo. ¡Vamos Marlon Eiffel, tu puedes!

En los “Escritos” de Espaillat y en sus papeles ordenados por Demorizi, se respira esa queja constante que no ha sido atendida hasta hoy. El Cibao no solo tiene recursos naturales, aquí existe una población de trabajo con líderes sociales, historiadores, ingenieros, arquitectos, artistas, un hermoso carnaval descuidado y sin apoyo, músicos, jóvenes huérfanos del mecenazgo del Ministerio para desarrollar su potencial y talento. ¿Dónde estás corazóoooon?/Oigo tu palpitaaaaar/ es tan grande el dolooooor/que no puedo lloraaaaar…

De los más de $90 millones que el gobierno le pone en sus manos al Ministerio de Cultura, a Santiago llegan 15 cheles para que vayan en una voladora de mala muerte a desfilar al malecón. Desde las tribunas los miran disfrazados de macaraos sudaos y menesterosos, respiran las sales marinas junto a las ínfulas de grandeza y vanidad, con una sonrisa de oreja a oreja. ¿En qué piensan? ¿en que ellos también son “tijnao”?

La ignorancia era el peor enemigo de Espaillat.

¿Cuántos manifiestos más se necesitan para que esa vaina se arregle?

¿O acaso tendremos que ir a resucitar a Ulises para que, retome su seudónimo de María y vaya, ya no a escribir, sino a preparar en su Farmacia Nueva, una pócima más fuerte que el tres pasito, especial para corruptos y usurpadores?

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