Keren Beras
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Las rosas poseen una mística generosa, descrita por los románticos a través de distintos matices. Algunas rosas parecen tener la dicha de atestiguar el amor; otras, la empatía de compadecer las pérdidas, y otras parecen ser para Emily. “Una Rosa Para Emily” de William Faulkner nos deja algo más que solo rosas como símbolo del amor y la muerte.

En un cuento de apenas 2,500 palabras entregamos nuestras condolencias a Emily Grierson, y no solo por haberla conocido el día de su sepelio, sino por haber dado un vistazo a su solitaria vida.

Crecida en el aislamiento de su comunidad, en medio de una familia dividida por una herencia y bajo el lente de una ascendencia de locura.

Descubrimos su indiferencia con su comunidad en el rechazo de todos los pretendientes de su juventud. En su soltería a los pasados 30 años, y en su ausencia con las actividades comunitarias. Una mujer dura de convencer, de convicciones rígidas y carácter impasible. Verla negarse a pagar los impuestos a la nueva generación de autoridades también deja clara la forma en la que la ve el pueblo: impenetrable.

Pero también, es una mujer sensible a los cambios. Se niega a desprenderse de aquello que le es conocido, sobre todo, aquello que fue parte esencial de su vida. Por eso no llora la muerte de su padre sino hasta tres días después; no porque le fuera indiferente, sino porque no podía admitir que había muerto. Acostumbrada a su única compañía, no podía desprenderse incluso de lo que le hizo daño. Aún siendo un comportamiento natural, que bien se describe:

“Recordábamos a todos los jóvenes que su padre había ahuyentado, y sabíamos que, no habiéndole quedado nada, se tendría que aferrar a aquello mismo que la había despojado, como hace siempre la gente.” (P 31)

Y ¿era Emily culpable de su inhumanidad? ya para entonces llevaría en la mano una merecida rosa.
Cuando falleció su padre, la dejó sola y en la pobreza, y el pueblo, muy pendiente de sus circunstancias, se alegró porque tal vez equilibrará su carácter. ¿Pero cómo lo habría hecho si todo lo que conocía se había ido? Solo le quedaba el remedio de su aislamiento, que solo se hubo roto con la llegada de Homer Broton.

Un hombre al que se aferró, pese a que no tenía nada que realmente quisiera ofrecerle. La “Pobre Emily” como es descrita varias veces en su cuento, pasó de ser una sospechosa novia, a la sospechosa suicida, después de que su novio le abandonó. Para este punto, no se le podía negar un par de rosas más.

¿Cuáles son las rosas para Emily? Aunque no es explícito en su escrito, siendo las rosas un símbolo, y habiendo ella vivido las etapas del amor -aunque trágico- y la muerte, no se las amerito.

La rosa para Emily es una invitación simbólica a un homenaje póstumo bien merecido. Emily vivió aislada y observada con morbo por su comunidad. Encerrada en las ideas de una falsa superioridad de la que no puede escapar después, y de la que nunca sabremos si quiso escapar.

El “quedarse” en semejantes condiciones con su amor, es el único lenguaje que encuentra para aferrarse desesperadamente a la única compañía que cree que tendrá en toda su vida. Un comportamiento natural después de haber sufrido grandes traumas, que no se le atribuye a un evento específico, sino al patrón de comportamiento insano que le fue enseñado desde la juventud. La idea de que no podrá tener jamás más de lo que tiene.

Entonces, ¿se merece Emily esa rosa de compasión? La vida de una mujer que nunca conoció verdadero amor, ni de parte de su padre, o su familia, ni de parte de sus amigos o un compañero; una mujer que no pudo vivir más allá de sus ojos, hasta convertirse en una ermitaña de comportamientos perturbadores y sospechosos.

Y siendo un cuento en la generación perdida, podría Faulkner invitarnos a entregar una rosa a todos aquellos que fueron marcados por la guerra. Hombres y jóvenes que a su regreso del servicio ya estaban manchados con un patrón de comportamientos y eventos muy difíciles de explicar, que habrán motivado en muchos casos el aislamiento y la indiferencia hacia el mundo que les rodea, ¿sirve para excusar comportamientos sospechosos o poco aceptados por la comunidad?

No invitando a un grupo selecto de personas, era normal el pánico al cambio de las cosas tal y como las conocemos, sobre todo después de las guerras. El cambio para el avance rara vez se cuestiona, pero podría ser una forma de aferrarse a una normalidad que nunca podrá regresar. Negar la muerte de su padre, incluso dormir con Homer en condiciones mal aceptadas, no es más que la desesperación de aferrarse a lo conocido.

Emily vio morir a su padre y lo negó, no por trastornada, sino porque eso implicaría cambiar de vida: estar sola, quedar huérfana, no tener más compañía. La perspectiva de cambio radical a lo que ya conocía, la hace negarse a enfrentar la realidad. Envenenar a Homer y dormir con su cadáver es su respuesta ante la idea de volver a conocer otra persona; ya era muy tarde para elegir marido, y además, ¿a quién iba a elegir? ¿a los mismos hombres que tanto ella como su padre habían rechazado años atrás?, no, era impensable pasar por el cortejo otra vez, pero ¿cuál era su alternativa? seguir viviendo sola hasta el día de su muerte.

La psicología en el comportamiento de Emily no es más que el reflejo -exagerado, sí. Pero real- de una sociedad que está experimentando cambios, y que no sabe exactamente cómo enfrentarlos, llevándolos a veces a tomar medidas desesperadas.

Entonces, algunas rosas son un símbolo de comprensión, de empatía y reconocimiento a vidas que lo perdieron todo, y algunas que no vivieron nunca. No es una complicidad, no es un cariño especial o una despedida. Algunas rosas, como las de Emily, son solo un “yo te escucho, te comprendo y no te juzgo”, en una sociedad llena de personas que como Emily, vivieron atrapados en estructuras que no eligieron, en
tramas que no pudieron entender y en soledades que nunca se atrevieron a nombrar. Tal vez la rosa para Emily no fue un regalo, sino un acto de justicia poética.


La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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