El 15 de febrero del año 1970 se registró el mayor desastre aéreo en la historia de la aviación dominicana, suceso que conmocionó el país marcando toda la década

Segunda parte

La noticia se hizo pública
Al saberse la noticia sobre el acidente del avión, centenares de personas acudieron a la terminal del aeropuerto Las Américas y a las costas de Andrés y La Caleta. Familiares y amigos de los pasajeros del jet, y otras personas, indagaban sobre los detalles de la tragedia con los confundidos empleados de la terminal.

Antes del cierre de la edición de ese día del periódico El Caribe, pudo saberse que, las dos balsas de goma del DC-9 de CDA fueron encontradas flotando en la zona donde se realizaba la búsqueda, y que hasta el momento no había sobrevivientes.

Pese a los incesantes esfuerzos de cuantos participaron en la búsqueda, tanto la oscuridad como las condiciones del mar, que se dijo estaba picado, dificultaron las labores de rescate. Durante toda la noche, la Marina de Guerra, lanchas y botes del Club Náutico y helicópteros de la Fuerza Aérea Dominicana mantuvieron una fuerte búsqueda de sobrevivientes en los alrededores donde había caído el avión, a unas tres o cuatro millas de la costa, en dirección al sur.

Horas después no se había hecho un estimado definitivo del desastre aéreo, que sin duda había sido registrado como el mayor en la historia de la aviación en el país. Fue cuando, a las 8 de la noche, un empleado de la Compañía Dominicana de Aviación aseguró en el aeropuerto que el avión flotaba sobre las aguas. Lo que hizo nacer esperanzas entre los presentes, muchos de los cuales elevaron oraciones por los ocupantes.

La noticia sobre la flotación resultó infundada, y se señaló que el aparato cayó al mar de costado, probablemente partiéndose en pedazos.

La Dominicana de Aviación no había hecho comentarios en torno al hecho. El administrador de la línea, señor Hans Wiesse Delgado, había llegado a la terminal y se había encerrado en su oficina, acordonado por oficiales de la Policía que impedían la entrada.

También se encontraba en la terminal, el coronel Antonio Álvarez Albizu, director de Aviación Civil, quien mantenía informado de las incidencias del rescate a los periodistas y asistentes al aeropuerto. Así mismo mantenía contacto constante con Puerto Rico, desde donde enviaron lanchas y unidades aéreas, a Andrés y la Fuerza Aérea, en San Isidro, y otros lugares.

Dichas lanchas facilitadas por las diferentes instituciones eran ocupadas por miembros de las brigadas de rescate del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo y de la Oficina de la Defensa Civil, así como médicos y socios del Club Náutico, donde efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía tuvieron que desplegar esfuerzos para mantener el orden.

Las informaciones que llegaban a las diferentes embarcaciones empeñadas al auxilio de posibles sobrevivientes no eran alentadoras, estas solo hacían alusión al hallazgo de prendas de vestir, cadáveres mutilados o piezas del avión accidentado.

Cadáveres encontrados

Restos de cadáveres de alrededor veinte personas fueron encontrados y llevados al Instituto de Anatomía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde fueron colocados en baños especiales con una formula a base de formol concentrado, según explicó el director de dicha entidad, para conservar por mayor tiempo.

Debido a que eran “partes” aisladas, es decir, torsos, cabezas mutiladas, extremidades y otros pedazos de las víctimas, fueron difícil de identificar por los familiares de los muertos que se presentaron en el laboratorio.

Abren investigación

El Poder Ejecutivo creó una “comisión especial” para investigar las circunstancias en que se produjo el accidente aéreo que dejo como resultado el deceso de 102 personas. Fue mediante el decreto 4658, que establecía que, esta ejercerá sus funciones “en coordinación con los organismos tanto nacionales como internacionales, a cuyo cargo se encuentra o pueda encontrarse la investigación de los referidos hechos”.

La comisión estaba formada por el procurador general de la República, doctor Anaiboni Guerrero Báez; el director de Aeronáutica Civil, coronel piloto Antonio Álvarez Albizu y el doctor Alejandro Gullón, presidente del Banco Popular Dominicano.

Fueron interrogados por el procurador general de la República cinco personas que estuvieron a cargo del mantenimiento del DC-9. Sus nombres no fueron revelados y no se realizó ninguna detención. Se determinó que solicitarían a la Douglas McDonnell, empresa fabricadora del jet en los Estados Unidos, informes acerca del avión que dejo 102 muertos tras su caída.

Más adelante dos técnicos de la Douglas McDonnell llegaron al país para investigar las causas que produjeron la tragedia. Los enviados fueron Mike Bates y John Londerberg.

Los técnicos confirmaron que viajaban 102 personas, de las cuales 53 eran norteamericanos, 42 dominicanos, 2 peruanos, 2 cubanos y 1 belga.

Empleados de la Cruz Roja transportan en una camilla el tronco de una señora no identificada que fue encontrado en los alrededores donde cayó el jet de CDA.

Condolencias de entidades

El Presidente Joaquín Balaguer evoca a las víctimas del accidente aéreo a la paz, mediante una declaración realizada por el licenciado Carlos Rafael Goico Morales, secretario de Estado sin Cartera, durante el acto de enterramiento de los restos de varias personas que perecieron en el siniestro.

Balaguer expresó su pesar por la tragedia que había conmovido al país, y mediante la Secretaría de la Presidencia se informó que el Poder Ejecutivo decretó dos días de duelo oficial.

De igual manera, el Presidente del Senado de San Juan, Puerto Rico, Rafael Hernández Colón, y el presidente de la Cámara puertorriqueña, Angel Viera Martínez, expresaron su pesar por el desastre.

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