Según la psicóloga Leyshy Cabrera, este impacto emocional puede marcar el desarrollo y bienestar de niños y adolescentes
La muerte de una madre es, para un niño o adolescente, una de las experiencias más traumáticas que puede atravesar. Todo proceso de duelo experimentado por un niño varía en función de diversos factores, su edad, nivel de desarrollo, el sistema de apoyo y el tipo de vínculo establecido con la madre durante su vida. “En general el fallecimiento de la madre es considerado como una de las experiencias más dolorosas y traumáticas que se puede llegar a experimentar, ya que considerando que es la madre la principal figura de apego, su pérdida pudiera generar una profunda sensación de abandono llevándole a sentir miedo e inseguridad y más al darse de manera abrupta e inesperada”, explicó Leyshy Cabrera, terapeuta infantojuvenil.
La forma en que el niño procesa la pérdida y le da sentido, sostuvo Cabrera, dependerá de los recursos emocionales con los que cuenta, su edad, su capacidad para comprender lo que está pasando y qué entiende acerca de la muerte.
De acuerdo con la psicóloga, es fundamental que la persona que acompaña sepa ser respetuosa y honesta considerando lo que el niño realmente es capaz de comprender.
Cabrera recomienda brindar soporte emocional, validar lo que siente, crear espacios de diálogo y permitir que hable y le recuerde cuanto desee o considere necesario. Comenta que es importante mantener las rutinas, un recurso valioso, porque el niño (a) puede sentirse más seguro y predecir qué le espera. También en caso de sentir que no saben cómo manejarlo, buscar apoyo profesional en un experto en duelo es imprescindible.
“Las manifestaciones y formas en cómo expresa el duelo dependerá en gran medida de la edad, se pueden esperar comportamientos regresivos, cambios repentinos en su estado de ánimo sin razón aparente, comportamiento irritable, aislamiento, actitud demandante, necesidad de contacto, enojo, conductas de riesgo… En fin, cambios significativos en su desenvolvimiento”, manifestó Cabrera.
Cada niño y adolescente vive un duelo diferente cuando pierde a su mamá.Según Cabrera, tiene que ver con el hecho de que se encuentran en períodos de desarrollo diferentes, lo que significa que su nivel de pensamiento les permite comprender en diversas medidas lo que ocurre. Explica que los adolescentes tienden a experimentar la pérdida con sensaciones mucho más intensas, ya que son capaces de comprender racionalmente la pérdida, e incluso es importante resaltar que en la niñez, la forma en cómo lo experimentan dependerá de la etapa de desarrollo (0 a 5 años, 6 años a 11 años).
Vida adulta
Esta pérdida puede afectar en la vida adulta. Este tipo de pérdida tendrá un impacto profundo y duradero en la vida de quien lo experimenta, la integración del duelo es necesaria, y transitar por cada etapa de manera saludable permite procesar la pérdida, puntualizó la psicóloga.
“Aconsejo consultar con un experto en duelo con formación en crisis y traumas, a su vez la vinculación terapéutica, porque es esencial que el niño o el adolescente se sientan cómodos”, concluyó.
Cómo viven el Día de las Madres
El Día de las Madres puede impactar emocionalmente a un niño. “Para un niño en duelo puede ser un recordatorio doloroso de su pérdida, generar tristeza, confusión, enojo y pudiera experimentar sentimientos de exclusión. La imposibilidad de disfrutar o participar en celebraciones escolares, familiares y sociales con alegría y sentido de pertenencia puede acentuar aun más su dolor”, compartió la psicóloga Leyshy Cabrera con elCaribe. Lo principal es anticipar los hechos, qué les espera, permitirles decidir si desean o no integrarse y formar parte del festejo; reforzar que su madre siempre será una parte de sí y recurrir a prácticas espirituales que le permitan establecer esa conexión con ella.