El amor y las enseñanzas de sus madres han sido fundamentales para moldear sus vidas
Con vidas totalmente distintas y lo común entre ellos: cada uno ha tenido una madre que estuvo tras sus pasos desde el momento de nacer.
La pregunta inicial sobre qué recuerdan de su progenitora fue la entrada a una conversación profunda en la que los protagonistas de esta historia abordan la importancia que ellas han tenido en sus vidas, cómo sus enseñanzas moldearon el carácter y dejaron en ellos varios valores y el retumbar de una expresión habitual en los tres: el valor del respeto.
Josué Manuel Pereyra es un joven de 34 años, que fue moldeado por Amarilis Alcántara, la mujer que sembró en él y en sus nueve hermanos el valor del respeto.
Amarili, originaria de San Pedro de Macorís, inculcó en sus hijos muchos principios, pero el que más marcó la vida de Pereyra es el respeto por los mayores y que siempre le decía que eligiera los buenos caminos y se alejara de aquello que fuera malo.
“Yo recuerdo que ella me esperaba todas las tardes sentada en la sala para bebernos una taza de café”, expresó Josué, quien hace 4 años se tuvo que despedir de ella.
El momento de su partida fue “durísimo, no se olvida, no se supera con nada; pero mi mamá era cristiana y por ese lado su partida me dejó en paz porque está con Dios”.
Pereyra guarda en su mente y corazón la sonrisa y la mirada de su madre, que para él son sus símbolos de amor y protección; el sabor de aquellas albóndigas que ella le preparaba, la música de Lilly Goodman y la “chercha” por cualquier razón.
De su lado, Michelle Peña Crime tiene un ángulo nuevo desde el que narrar su historia. Es hija de una mamá divertida y madre de una joven de 22 años.
Belkis Josefina Crime Barinas, de San Pedro de Macorís, es la mujer que le ha enseñado sobre los valores de la fortaleza, el respeto, la disciplina y la honradez.
Con cinco hijos a los que ha dedicado su vida y la que hace el “sancocho más delicioso”, Belkis, de 79 años, es definida como una dama espontánea, un pilar y sumamente risueña y divertida.
Una frase que le dice a Michelle es: “Nunca hagas cosas malas que parezcan buenas, y nunca hagas cosas buenas que parezcan malas”, y resalta la importancia de la integridad y de la honestidad, valores que también aplica en su día a día.
Peña, que tiene una hija con 22 años que es toda una profesional, considera que ser madre “es el regalo más preciado en la vida” y la experiencia de serlo la hace comprender aún más a su progenitora.
Para conversar sobre una importante reflexión, Jusety Pérez dice que desde que tiene uso de razón reconoce el amor que le ha dado su progenitora diariamente con cada detalle: tiempo, complicidad y miradas.
Admira de Ana Celeste Mora Matos, una barahonera de 58 años, que es una mujer luchadora que siempre trata de que sus hijos aprendan a ser perseverantes, trabajen con esfuerzo y dedicación y sean su mejor versión cada día.
“Mi mamá me da muchos consejos y para ella es como un ejercicio diario. Todo lo que mami habla es de acuerdo con su vivencia y todas sus palabras son sabias”, aseguró Jusety, quien cada vez que puede le pide que le prepare su plato de comida favorito: el chambre.
Una de las frases que atesora de ella es: “Que no actúe por impulso, que me tome las cosas con calma y que siempre obtendré la solución y la respuesta en el momento justo y cuando lo quiera Dios, no cuando uno quiera”, expresó Pérez.
En cada una de estas historias, el legado de las madres trasciende el tiempo y las circunstancias. Son ellas quienes, con amor, disciplina y sabiduría, han sembrado en sus hijos valores que hoy los guían y fortalecen.
El respeto, la honestidad, la perseverancia y la integridad son el reflejo de esas enseñanzas que, aunque a veces silenciosas, resuenan con fuerza en cada paso que dan.
Así, estas memorias nos recuerdan que el verdadero legado de una madre es el carácter y los valores que deja en sus hijos, un tesoro invaluable que inspira y transforma generaciones.