No doy crédito a una información que se ventile sin validar, como tampoco lo hago cuando la veo en las redes sociales sin importar quien las escriba, porque me enseñaron en el periodismo a no echar a rodar un dato sin comprobarlo con los involucrados.

Al validar una información antes de darla a conocer cuidamos nuestro prestigio, credibilidad y, sobre todo, abrazamos el respeto a los protagonistas que estén envueltos en el hecho que compete. ¡Eso nos lo enseñaron en teoría! ¡Eso lo reforzamos en la práctica!

El origen de las redes sociales y el auge de las mismas, ha dado oportunidad a que cualquiera se sienta “periodista” e informe sin las técnicas que se requieren a la hora de abordar una información sensible, que puede afectar emociones y dañar la salud de alguien que reciba una noticia falsa de impacto.

Hemos visto como cualquiera, sin el criterio que se requiere, bombardea sin respiro alguno una información en las redes sociales sin medir consecuencias: matan a un artista a cada rato y estos tienen que desmentir; sentencian a alguien sin una condena emitida por un juez; linchan moralmente por fanatismo a un ser humano que está expuesto por ser figura pública, entre otras cosas.

Por todo esto, es válido recordar la gran verdad de Umberto Eco, escritor y filósofo italiano: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”.

Y a propósito de validar una información, antes de darla a conocer, accedí a ver la miniserie turca titulada “Como vuela el cuervo” porque tenía que ver con el mundo del periodismo y siempre es bueno reflexionar, sobre lo que nos toca, desde otros puntos de vistas.

La escena que me marcó fue esa en donde la becaria hizo que le llegara una noticia falsa a la presentadora para que la diera al aire. Esta se negó y al final del noticiario, puso en altavoz su celular para que hablara la figura que en las redes habían asesinado.

Ante todo lo expuesto, solo me remito a decir que es imperdonable que nosotros, los periodistas, nos montemos en la ola de echar a rodar noticias falsas y hacer que las mismas avancen sin medir consecuencias ni mirar a quiénes lastimamos.

¡Gracias por leerme!

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