No me ha sorprendido que el Ministerio de Medio Ambiente asumiera el papel que le asigna la ley y retirara la licencia para el proyecto que se pretende desarrollar en la zona contigua a la desembocadura del río Yásica conocida como “La Boca”, por violaciones a los términos establecidos para aprobar ese emprendimiento. Según la información publicada, la revocación fue motivada porque violó los términos de la licencia, entre otras acciones, porque: removió 1500 metros de dunas para construir un parqueo, usaron equipos para ampliar un camino, la vivienda principal estaba marcada en el área prohibida de los 60 metros desde la pleamar, entre otras. Una entidad de Cabarete distribuyó un mapa en el cual se denunciaba la ubicación de construcciones del proyecto en áreas prohibidas.

Los promotores han alegado que la decisión adoptada el 12 de octubre pasado no le fue comunicada, pero el ministro Francisco Domínguez Brito asegura que sí se le notificó la decisión.

Conociendo el historial reciente de este proyecto, lo que para mí sí fue una sorpresa es que las autoridades ambientales confiaran en la vocación para respetar las regulaciones ambientales y aprobaran ese desarrollo, a una empresa a la que hace tres años una misión de técnicos de Medio Ambiente encontró culpable de haber “mutilado y talado un área de 40 tareas (más de 25 mil metros cuadrados) de manglares y otras especies de árboles costeros en la desembocadura del río Yásica” en violación a la ley.

Por esta destrucción ambiental Gordon Ganon, representante de esos “inversionistas”, debió pagar una multa de RD$1,023,500, se le ordenó “restaurar el daño ambiental causado al ecosistema” y se le prohibió “ejecutar ningún tipo de actividad ni operación”.

Creo que es entendible mi sorpresa, y aprovecho para preguntar si el Ministerio ha comprobado que estos depredadores cumplieron con la restauración del daño causado.

En el 2014 una comisión de la Academia de Ciencia visitó La Boca, previo a la decisión de Medio Ambiente, y presentó un informe, apoyado con fotografías, que confirmó la depredación en la desembocadura del río Yásica, “donde se evidenció la destrucción de manglares y zonas de dunas, la depredación de la ribera del río, la construcción de estructuras ilegales y la apertura de canales de drenaje de los humedales”.

Ya había escrito sobre esto y repito lo que dije antes. Ni los principales promotores del proyecto, ni Gannon, han pedido excusas al país por el daño ambiental causado, ni ofrecido alguna demostración pública de arrepentimiento por los pecados presentes y pasados. También dije y repito, que el historial de su comportamiento con el ecosistema de “La Boca” hace que muchos tengamos dudas sobre este proyecto.

La decisión de suspender la autorización para el proyecto en octubre pasado y la que ya se adoptó en el 2014 se justifican. Domínguez Brito debe animarse a revisar todo lo que se está haciendo actualmente en el área de Cabarete, ya que hay serias denuncias de la existencia de otras actividades que burlan las regulaciones ambientales.

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