“El afán del día no entra en conflicto con dedicar algunos minutos para mejor comprender dónde estamos y qué somos”.
En la historia, los grandes lideres políticos, militares, religiosos, del mundo de la economía o de los negocios, aunque se tienda a superponer en la percepción pública de la valoración, no están más allá de quienes han hecho importantes contribuciones en cuanto al conocimiento de la naturaleza, la sociedad y el propio pensamiento humano y sus tan diversas e importantes aplicaciones.
Lo dicho es una razón o motivación para destacar en esta oportunidad las contribuciones del científico ruso Dimitri Mendeléyev, que aportó en cuanto al conocimiento de los átomos, fundamento de todo lo que existe.
La gran contribución de Dimitri Mendeléyev se podría sintetizar en la entonces decisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) al declarar el año 2019 como el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos en conmemoración de su 150 aniversario. Esa declaración resalta su trascendencia (más allá de la terminología científico-técnica que se emplea, a pocos clics para su elucidación) en cuanto a que la tabla periódica propuesta en 1869 por Dimitri Mendeléyev organiza los elementos químicos por su número atómico, configuración electrónica y otras propiedades; así como que su diseño en filas y columnas facilita el conocimiento profundo de los átomos y las relaciones entre estos. Esa ley y el documento que la sustenta- tabla periódica- ya tenían precisiones tales que entonces Dimitri Mendeléyev dejó vacíos algunos espacios que luego serían ocupados por elementos que no se habían conocido pero que previó que se descubrirían posteriormente, y efectivamente así fue.
Lógico es deducir que a la gran contribución de Dimitri Mendeléyev seguirían otras que han hecho de la tabla periódica un documento -de una sola página (¡?!)- esencial, en el cual se han apoyado grandes avances de la ciencia y de la tecnología que tanto han impulsado el desarrollo.
Otra interesante lectura ya en lo anecdótico que hace comprender las dimensiones humanas en la conjugación de las grandezas y pequeñeces, es el hecho de que después que el comité correspondiente decidiera en el año 1906 otorgarle a Dimitri Mendeléyev el premio Nobel de Química, se variara la decisión; se comentó entones que ese tan extraño cambio se debía a intrigas de Svante Arrhenius quien había recibido el premio en el 1903, además sueco.
Como todo mortal de seguro que Dimitri Mendeléyev sufriera entonces la injusticia de no otorgarle el premio Nobel; pero de qué manera 156 años después de su aporte lo trasciende.