¡Lo hago como una niña, y qué!

“Tuve una amiga que le gustaban los deportes, pero nunca la dejaron practicar con los chicos porque no era un deporte para ella”; “Mi amiga habló con su jefe para que le diera el mismo salario que a su otro compañero (hombre), ya que hacían el mismo trabajo”.

Estos son algunos casos que se dan en la desigualdad de género en nuestra vida cotidiana.

La desigualdad de género tiene raíces históricas ya que por razones biológicas y sociales la familia estaba dividida; sostén económico el hombre y cuidado del hogar la mujer.

Mediante esta división ya se había colocado al hombre como ápex del mundo, las mujeres estaban en una condición subordinada. La brecha entre ellos ya era real.

Nuestra sociedad exige comportamientos diferentes de niños y niñas: las niñas deben ser pasivas y sumisas, los niños agresivos y activos. ¿Notas las diferencias? Son situaciones que ocurren a diario, en nuestras manos está cambiar la realidad, cambiarla ahora. Si el cambio se diera de manera progresiva, sin la presión que tendría que soportar una chica, una mujer o una niña, nos sentiríamos con mayor confianza de poder lograr nuestras metas y sueños, también sentiríamos más valentía.

Hemos expuesto algunas manifestaciones de la desigualdad. Ahora debemos reflexionar críticamente. Por este motivo, si tú que estás leyendo este artículo te enfrentas a alguna desigualdad o escuchas alguna, espero que pueda fomentar la equidad. Mientras más rápido demos a entender esto, más rápido tendremos una sociedad de paz, igualdad y equidad.

Como dijo Mahatma Gandhi; “llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia” todos debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo.

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