Vemos que el presidente Luis Abinader, que ascendió al poder prometiendo “cambio” y dijo quería ser recordado como el presidente de las reformas, hasta ahora se muestra coherente con eso e impulsa iniciativas impostergables, como todo lo que compete al plan integral de reformas institucionales, anunciado esta semana. Se pudiera hasta pensar que es demasiado bueno para ser verdad. Pero no hacerlo arriesgará nuestra democracia, definitivamente. Inicio de gobierno, ansia nacional de justicia y transparencia; la oportunidad favorece y felizmente Abinader actúa consciente de su responsabilidad histórica. Sin fortalecimiento institucional no habrá progreso económico, en medio de la crisis sin precedentes por el coronavirus. Desalojar las razones para la creciente desconfianza en las instituciones democráticas auspiciará la unidad nacional para avanzar.

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