Es frustrante la tradicional baja calidad del Congreso, en promedio. Entiendo que es característica del régimen político democrático que no pueda exigirse que gobernantes y legisladores tengan formación especial. Si se hiciera eso, no sería democracia. Pero el episodio de la ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos ha puntualizado crudamente que necesitamos legisladores menos maliciosos y chapuceros. Los partidos deberían ocuparse de proponer en sus listas, representantes congresuales con mínima calidad; es justo que como ciudadanos aspiremos a tener mejores legisladores. Suerte que contamos ahora con el Tribunal Constitucional, que sigue deshaciendo desaguisados legislativos, como el artículo de esa ley que obligaba a militar en partidos para ser precandidato a un puesto electivo, entre otros no menos relevantes.

Posted in Buen Oficio

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas