El sábado, próximo a las veinte horas, mis gatos huían despavoridos y era normal. La especie no resiste ruidos como el de decenas de cacerolas rechinadas al unísono. Ocurría, por primera vez en ese vecindario, una protesta: “cacerolazo”. Mientras, seguía la concentración ciudadana frente a la sede de la Junta Central Electoral; cadenas internacionales reportaban las manifestaciones de las comunidades dominicanas en el exterior y el domingo, los partidos de oposición encabezaron marcha hasta el Altar de la Patria. La suspensión de las elecciones municipales el pasado día 16 ha estremecido a los dominicanos de todas las clases y en todas partes. El país inicia hoy una nueva semana laboral, sumido en una crisis política. El café ahora tiene que colarse claro.

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