El uso de determinados términos, comparaciones, críticas y pretendidas descalificaciones a través de un lenguaje de sentido figurado ha surgido en el debate de la precampaña electoral. En algunos litorales están empleando ciertas características del cangrejo, que nada tiene que ver con política, para arremeter en un intercambio cruzado de ataques e insultos. También utilizan ahora a los perros dálmatas, destacando las manchas negras que les caracterizan para condenar supuestos o reales errores de gestión política y administrativa en periodos pasados y presentes. Son estilos discursivos deslucidos y poco creativos que configuran un espectáculo penoso y degradante. Impiden lo que necesitamos: elevar el nivel del debate electoral.

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