Como planteó el nuevo representante local de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Rodrigo Castañeda, debido al coronavirus el país necesita políticas renovadas en soberanía y seguridad alimentaria y nutricional. Primero, contra el hambre, de manera que continuemos y mejoremos avances que tomaron una década (desnutrición bajó a 5.5% entre 2004-2014), pues la pandemia afecta producción y acceso a los alimentos. Segundo, para prevención de obesidad, diabetes, hipertensión. Esas condiciones mórbidas crónicas acortan la esperanza de vida; de hecho, subyacen como instigadores de mortalidad en más de la mitad de los fallecimientos por el virus, mientras son prevenibles mediante alimentación y actividad física. El nuevo Gobierno debe trabajar en ambas direcciones, con ley 589-16 como marco general.

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