Hay que “agradecer” a la pandemia una celebración de Año Nuevo recluidos en casa. Puede ser oportunidad para buena conversación familiar, algo vital pero que, debido a los actuales estilos de vida, muy demandantes y absorbentes, la tecnología, se desvanece. Tradicionalmente celebramos privilegiando gula, fiestas callejeras, música a alto volumen, diversión sensorial. Eso no está mal pero como hay necesidad mayúscula de nuestras familias dialogar, acercarse, las diferentes circunstancias de este año pueden aprovecharse para hacerlo. Dar gracias por las recompensas, también por frustraciones o reveses –son enseñanzas-. Compartir ideas, sueños, proyectos, esperanzas para este 2020. Reafirmar compromisos y valores vitales: amor y unidad familiar; trabajo ético, cuidado de la salud, servicio al prójimo y la comunidad. ¡Feliz Año Nuevo, país, vamos!

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