En su partida, la sociedad dominicana le ha tributado merecido homenaje de gratitud y reconocimiento a monseñor Agripino Collado, quien tantos aportes hizo al país como mediador y conciliador, siempre en busca de la concertación y el consenso. Muchas fueron las coyunturas en que su liderazgo y carisma evitaron crisis políticas y sociales en períodos de gran debilidad democrática. En aras del interés nacional, sirvió de escudo ante el peligro de ingobernabilidad. En lo personal, su deceso me entristece porque recibí de él apoyo, primero para trabajar en la Pucmm, y luego para realizar una maestría. Como el mío, son muchos los testimonios pues su vocación de servicio al país y a los necesitados era permanente.

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