No podemos asumir que el poder es eterno; que siempre disfrutaremos de él, por lo que, en caso de no ejercerlo como se debe, con ética, pulcritud y transparencia, contaremos siempre con su protección y no tendremos que dar cuentas. Esa será ya lección aprendida para funcionarios de la pasada gestión del PLD procesados por corrupción, si fuesen efectivamente culpables. Pero es lección para toda la clase política, incluyendo al hoy oficialista PRM. En una historia ficticia, la jefa de campaña de un corrupto presidente candidato incita a un subordinado vacilante a continuar violando la ley para obtener votos, diciéndole: “la única forma de librarnos es ganar”. Si así pensaran algunos políticos nuestros, ahora pueden cambiar.

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