Es aspecto siempre poco resaltado el de la relación entre salud mental y alimentación. Y hay datos que relacionan una alimentación saludable con menor incidencia de depresión y ansiedad, y dieta poco saludable con mayor probabilidad de síntomas y trastornos psicológicos, independientemente de otras variables. Las recomendaciones de alimentación para promoción y mantenimiento de la salud: adecuada ingesta de calorías, mantener la masa corporal magra, consumo abundante de frutas y vegetales, moderar grasa saturada, etc., participan también en el refuerzo y conservación de la capacidad cognitiva al paso del tiempo. Alimentación mala para nuestro corazón es mala para el cerebro. Los patrones alimentarios pueden influir en la calidad del sueño, el estado de alerta y la concentración.

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