Gracias a mi fraterna amiga, la periodista Lucila de la Rosa, que corrió con esta columna durante 60 días. Presentó artículos amenos, reflexiones de mucho interés moral que hicieron patente su alma vivaz y sensible. Diría Lucila que en ocasiones la vida obliga a ceder y simplemente fluir con ella. Justo como me sucedió; debí relegar la rutinaria -no por eso menos retadora y demandante- labor diaria de escribir, para enfrascarme en un proyecto puntual de envergadura, caótico incluso, inconcluso aún, para más tesón. Bueno, finalmente hoy reiniciamos estas cotidianas entregas, tarea profesional que este julio arriba a 14 años. Gracias a elCaribe y a los lectores. l

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