Como el gobierno de Luis Abinader arrancó bajo las peores condiciones posibles, con economía paralizada por pandemia de Covid-19, las arcas prácticamente vacías, busca ahora desesperadamente ingresos mediante nuevos impuestos. Pero el país lo rechaza y exige en cambio recuperar dinero robado; reducir salarios de lujo y privilegios de funcionarios y legisladores; revisar exoneraciones. Es lo políticamente moral y debemos persistir en demandarlo; pero hay que reconocer que son cosas que se llevan tiempo, mientras apremia mejorar la situación fiscal. Duele decirlo, pero lo viable al momento es el país consensuar con las nuevas autoridades los gravámenes menos lesivos para trabajadores y profesionales, y conceder a Abinader voto de confianza de que, a futuro, hará reformas para un gasto público ético.

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