Este pasado jueves, al dejar inaugurada la Cumbre Climática virtual en la que participan 40 líderes mundiales, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, quien en su condición de líder demócrata está comprometido con la lucha ambiental en contra del cambio climático, expresó claramente que “estamos en una década decisiva para hacer frente al cambio climático”, y prometió que para el año 2030 Estados Unidos habrá reducido a la mitad sus grandes emisiones de dióxido de carbono (CO2) que llegan a la atmósfera, promesa cuyo objetivo es que las naciones que junto a Estados Unidos aportan los mayores volúmenes de CO2, como China, Unión Europea, India, Rusia, Japón y Corea del Sur, hagan iguales compromisos, ya que en conjunto esos países industrializados aportan el 70 % del volumen total de CO2 que llega a la atmósfera, aunque solo China aporta el 29 % del total, sabiendo ellos que mientras más CO2 se acumula en la atmósfera mayor calentamiento tendremos sobre la superficie del planeta Tierra, incluyendo la superficie del mar.

Por ello, en un artículo que publicamos en el mes de agosto del pasado año 2020 en este periódico elCaribe, advertimos que al observar las temperaturas del océano Pacífico durante los trimestres solapados del año 2020, y compararlas con las temperaturas medias de la superficie de ese extenso mar, se veía enero-febrero-marzo con +0.6°C (Niño), febrero-marzo-abril con +0.5°C (Niño), marzo-abril-mayo con +0.3°C (neutro), abril-mayo-junio con 0.0°C (neutro), y mayo-junio-julio con -0.2°C (neutro), lo que mostraba una tendencia descendente de las temperaturas del Pacífico y una tendencia al desarrollo del fenómeno de La Niña, y que cuando eso ocurre, en el Pacífico se produce resequedad del aire, aumento de la presión atmosférica y sequías en los países americanos del Pacífico, mientras que en el Atlántico aumenta la temperatura, aumenta la cantidad de vapor de agua, aumentan las lluvias, disminuye la presión atmosférica, y aumenta la cantidad de depresiones tropicales que pueden derivar en tormentas y huracanes, lo que implicaba que los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año 2020 podrían traer más tormentas y huracanes de lo originalmente previsto por la NOAA, y que todos los países de la región (Caribe, Centroamérica, México y Estados Unidos) debían prepararse para contingencias meteorológicas agravadas.

Y así fue, pues al comenzar el mes de noviembre, cuando normalmente las aguas del océano Atlántico comienzan a enfriarse y a disminuir los fenómenos meteorológicos, en la porción suroeste de la República Dominicana se formó la tormenta tropical Eta, la número 28 de la temporada ciclónica 2020, la cual, en pocas horas, se convirtió en poderoso huracán categoría 4, con vientos máximos sostenidos de 240 kilómetros por hora, que al impactar a Nicaragua, Honduras y Guatemala dejó estragos provocados mayormente por las lluvias torrenciales; pero justo al disiparse los remanentes de Eta, y estando todavía activa la tormenta Theta, la número 29 de la temporada, se formó la tormenta Iota, la número 30 de la temporada, justo en el mismo lugar en que 2 semanas atrás se había formado Eta, y que, al igual que Eta, evolucionó rápidamente a poderoso huracán y en la misma dirección, pero le superó porque alcanzó categoría 5, con vientos máximos sostenidos de 260 kilómetros por hora, siendo el segundo huracán de la historia en alcanzar categoría 5 en un mes de noviembre, confirmando que, tal y como habíamos advertido, el desarrollo del fenómeno de La Niña multiplicaría la cantidad de ciclones en la temporada 2020 del Atlántico, convirtiéndose en temporada récord, casi duplicando lo originalmente previsto por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA).

Y es que al observar las temperaturas de la superficie del océano Pacífico durante los trimestres solapados del primer semestre del año 2020, y compararlas con las temperaturas medias de la superficie de ese océano, se veía una tendencia al descenso estacional de la temperatura sobre la superficie marina, descenso que alcanzó su pico en el trimestre octubre-noviembre-diciembre, con -1.3°C (Niña), lo que explica la fortaleza de los huracanes Eta e Iota en un mes como noviembre, pero esa tendencia ahora está cambiando, pues las temperaturas en la superficie del Pacífico han estado subiendo y se espera que para los próximos trimestres solapados de mayo-junio-julio y junio-julio-agosto la temperatura sobre ese mar sea la misma temperatura media utilizada como referencia general, es decir, sin aumento ni descenso (neutro), lo que implica que desde el momento actual estamos en un período neutro que podría extenderse hasta el mes de septiembre, y eso se traduciría en una disminución del régimen de lluvias durante los próximos 5 meses, por lo que desde ya las instituciones que manejan agua para acueductos y para canales de riego deben comenzar a planificar un uso racional del agua almacenada en los embalses de las represas, y comenzar a orientar a la población para que economice el agua, pero muy especialmente a las juntas de regantes, ya que el riego agrícola absorbe el 70 % del agua total consumida y representa también el sector de mayor desperdicio del agua fruto del riego por inundación, en lugar de priorizar el riego por goteo y el riego por aspersión.

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