Al igual que la famosa frase de Sir Winston Churchill, a su pueblo inglés en 1940: “Solo puedo ofrecerles sangre, sudor y lágrimas “, la herencia que le deja el gobierno saliente a Luis Abinader y al pueblo dominicano tomará vigencia en República Dominicana, en el año 2020, lamentablemente.
Por eso quiero desearle a Luis Abinader mucha suerte, porque la va a necesitar.

Este 16 de agosto, usted asume la Presidencia de un país endeudado hasta lo infinito, atravesando por una crisis sanitaria y pandemia mundial, el virus Covid-19, la invasión silente y destructiva de una nube de arena y polvo del desierto del Sahara, la quema periódica de basureros urbanos, cadenas incontables de bancas de apuestas y juegos de azar, más una activa temporada ciclónica, un porvenir nada halagüeño.

Pero a la vez, es un reto que usted va a enfrentar ¡y a vencer con el apoyo de su pueblo, su buena fe y la protección Divina que siempre nos acompaña!

Quizás esta sea la última ansiada esperanza de tener un mejor país, quizás el último bastión de fe, el ultimo hálito de luz y confianza que alberga esta nación tantas veces engañada.

Ni por asomo queremos pensar en un fracaso de su gobierno; ya no aguanta una frustración más este pueblo digno de mejor suerte.

Consciente está la ciudadanía de que el joven hombre que hemos elegido para Presidente encuentra el país devastado, saqueado hasta sus cimientos, con las arcas gubernamentales vacías, con una inmensa deuda externa impagable, la mayor de toda nuestra vida republicana.

Apreciado Presidente electo Luis Abinader, le deseo suerte, ese imponderable, esa chispa inexorable del destino capaz de cambiar el rumbo de nuestras vidas en un instante (el Dr. Balaguer creía en ella, al igual que muchas figuras destacadas del mundo). Pido a Dios que lo proteja, lo cuide, le dé fuerzas para luchar por este país que ha delegado en usted esta responsabilidad tan grande, de tantos desafíos, en que se enfrentará a tantos enemigos poderosos, pero no invencibles, enemigos del pueblo, peores que todas las pandemias, el PLD que nos deja la desgracia de un poder ejercido a base de corrupción y de aberrantes privilegios.

¡Qué falta de respeto al pueblo dominicano! En el funesto discurrir de sus gobiernos nos han saqueado, nos han despojado de nuestras riquezas naturales, de manera despiadada se han robado el pago de nuestros impuestos, de nuestro sudor; por eso hoy, el pueblo empoderado, clama por justicia. ¡Que paguen con cárcel sus delitos y que los bienes robados le sean incautados y devueltos en obras y servicios, hasta lograr un país equitativo y justo para todos, no que regalen bonos y funditas envilecedoras de la dignidad humana!

Deberían avergonzarse de su desleal comportamiento frente a su honorable maestro, profesor Juan Bosch, el que debe estar revolviéndose en su tumba, de vergüenza, como dice el pueblo. Que pobre cosecha de tan gran maestro; no puede sacarse uno solo de sus discípulos que le haya rendido culto a sus enseñanzas.
¡Cuánta infamia! ¡Cuánta maldad! ¡Cuántas falencias! ¡Cuánto impudor!

Deberíamos quitarle la nacionalidad dominicana y expulsarlos a todos, claro, después de cumplir prisión para que en lo que adelante vivan errantes por el mundo, como parias sin destino.

Luis Abinader, contamos con usted y su gabinete y con la bendición de Dios, cumplirá su misión.

¡Por favor no nos falle!

“Una nación de ovejos engendra un gobierno de lobos”.

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