La República de Colombia atraviesa por un momento crítico de su historia democrática, marcada por la violencia político electoral, que evoca otros eventos lamentables del pasado reciente que marcaron una sociedad forjada en el dolor, la incertidumbre y el temor impuesto durante décadas por las organizaciones paramilitares y los cárteles de la droga, entre otros grupos generadores de violencia que mantienen un statu quo.

El atentado perpetrado contra el precandidato presidencial del uribista partido de derecha Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, un senador de 39 años, mientras se encontraba disertando en un mitin en el occidente de la capitalina ciudad de Bogotá, el pasado sábado 7 de junio, trajo a la memoria colectiva el asesinato de varios aspirantes presidenciales hacia el final de los 80´s, la época más cruenta del terror impuesto por las organizaciones criminales en el país suramericano.

Llama la atención que este suceso tiene coincidencias con el que lamentablemente cegó la vida al candidato presidencial ecuatoriano, el periodista Fernando Villavicencio, pues se trata de países donde la delincuencia organizada transnacional es una realidad, porque tienen características comunes.

En esencia, las complejidades han caracterizado los procesos comiciales de Colombia, por la cantidad de intereses que están en juego, del que tratan de sacar una cuota de participación los que tienen el monopolio del crimen y la violencia.

En esta ocasión, se trata de una campaña política peculiar desde cualquier punto de vista, no solo porque viola los plazos establecidos en el calendario electoral aprobado y publicado por la Registraduría Nacional del Estado Civil, encargada de organizar los procesos comiciales, la cual iniciará en los próximos días el proceso de inscripción de candidaturas, sino porque de una madeja de precandidatos, pocos cuentan con reconocimiento público.

Los más conocidos son la periodista de línea conservadora e independiente Vicky Dávila, quien se perfila que podría encabezar una coalición que aglutine el voto uribista; y el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, que tiene como plataforma el centroderechista Partido Conservador. En el caso de la abogada Sondra Macollins, se le conoce por asumir la defensa del excapo Carlos Lehder, integrante del Cártel de Medellín.

Es un país donde se conjugan el pesimismo generalizado ante la incapacidad del Gobierno izquierdista de Gustavo Petro de conectar con los principales sectores de la nación que están a la espera de “el cambio” prometido; el desatino de su retórica, que a veces raya en la imprudencia de lo que las circunstancias demandan; las dificultades para sacar adelante reformas controvertidas en los sectores salud y laboral, que no pasan los filtros del Congreso; y la involución de iniciativas articuladas por gestiones anteriores que están llamadas a construir la paz duradera.

Este último aspecto lo podemos apreciar no solo en la historia de vida del joven gatillero de 15 años que atentó contra el precandidato Miguel Uribe, que de acuerdo a reportes de medios de prensa “formó parte de un programa gubernamental para jóvenes en condiciones de vulnerabilidad”, refrendado en sus declaraciones de que lo hizo por dinero, sino que los acuerdos de paz experimentan un declive, avistado en el fin del cese al fuego del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los altibajos en los procesos de diálogo con la Administración de Petro.

Asimismo, se citan las células activas de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) que rechazaron desmovilizarse, las dificultades para la reinserción social presentadas por quienes se acogieron a los acuerdos de paz y el repunte de los actos terroristas, que retomaron la cotidianidad con la explosión de carros bombas en comunidades bajo el asedio y control de las organizaciones criminales.

Pese a este panorama de inseguridad, la economía se mantiene pujante, aunque hay aspectos a destacar. Sobre el particular, se indica que el país tuvo un crecimiento de 2,7 % del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de 2025, fundamentado en el consumo de los hogares, mientras que la inversión decreció, según el Departamento Nacional Administrativo de Estadística (DANE). Se le considera la cuarta economía de Latinoamérica, aunque con serios problemas de desigualdad.

Los temas pendientes y otros que vayan marcando la agenda vaticinan una campaña política aguerrida, cuyos niveles de violencia pueden ir aumentando conforme a la definición de las preferencias y el panorama político, en el que se percibe que los candidatos de tendencia conservadora ganarían popularidad hasta rivalizar con reales posibilidades de alcanzar el poder contra quienes intentan perpetuar a la izquierda en cualquiera de sus manifestaciones políticas.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas