En un experimento pusieron a los participantes a resolver problemas de matemáticas que no tenían solución… ellos no lo sabían. Antes del experimento, a una parte de los participantes les dieron chocolates y a la otra parte, rábanos.

¿Cuáles crees que abandonaron más rápido la prueba?

Los que tuvieron que comer rábanos sentían que se habían sacrificado, no tenían por qué seguir más allá de lo necesario. Dos sacrificios eran ya más que suficiente.

En la vida caminamos con esta programación y muchas veces abandonamos antes de lo que deberíamos. Todo por pensar que cosas que hacemos son rábanos (esto para el que no sea apasionado por el rábano).

La palabra sacrificio está programada en nosotros para muchas acciones que no las considero como tales. A tal punto de que, cuando nos damos cuenta, muchas veces tarde demás, de algo que ya no podemos hacer es que entendemos que no era un sacrificio. Por ejemplo: Ir a visitar a un ser querido puede ser un sacrificio. Cuando ya no está le echamos de menos, entonces entendemos que íbamos porque queríamos, no por sacrificarnos.

Durante la pandemia echamos de menos a algunas personas con las que, en general, tenemos menos contacto de lo que deberíamos. Quedó demostrado que no es un sacrificio ir a verlas.
¿Qué nos pasa?

Lo inmediato es lo más importante en estos tiempos. Dejar de hacerlo es un sacrificio. Pero la vida no da para todo. Ya sea porque el dinero es limitado o el tiempo. Tenemos que dejar de salir con amigos para ir a pasar tiempo con ese familiar querido. No es un sacrificio, es un deleite.

Debo dejar de salir tanto a restaurantes ahora para reunir dinero para el inicial de mi vivienda que adquiriré en un tiempo. ¿Sacrificio?

No ponemos prioridades en nuestra vida, por eso lo que nos hacen entrar en la caja de urgente le quita lugar a lo importante. ¿Quieres revisar algo y hacerlo sin pensar que te estás sacrificando?

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