Deplorable que haya provocado ruido, malentendidos y murmuraciones la loable y bien inspirada iniciativa del presidente Luis Abinader de visitar a sus principales contendientes del torneo electoral pasado. La culpa podría atribuirse a falla en la preparación estratégica, que en el caso de Abel Martínez es más grave porque, al no comunicarlo a la dirección del partido y haber convenido que el encuentro se hiciera en la Casa Nacional del PLD, arroja dudas sobre sus reales intenciones personales. Todavía más, y por eso se habla de pifias en la preparación estratégica, erraron también los asesores de Abinader pues se podría entender y enviar el mensaje equivocado de que desde el Palacio Nacional estarían apuntalando al candidato presidencial peledeísta como el interlocutor.

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