A propósito de que el presidente Abinader y el Gobierno capitalizaron el acto “obrero” de las centrales sindicales del primero de mayo, sorprende que ni los propios organizadores han dicho “esta boca es mía” para explicar por qué cedieron su espacio, con lo que se asume que no ven nada anormal. Hay quienes estiman que los “sindicalistas” ni siquiera en su día sacan la cara por los que dicen representar, porque hace tiempo que no tienen presencia en su seno y que, como generales sin tropas, a lo que se dedican es a gravitar, y disfrutar, del sistema en su condición de burócratas, que al decir de Tocqueville, lo castran todo. Los calificaba de hombrecillos que se aferran a sus puestos y solo se esfuerzan por conseguir otros mejores.

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