Nuestros congresistas, de todos los partidos y en todos los gobiernos, nos han acostumbrados a aprobar leyes “a sigún”, a conveniencia, porque se dan casos en que aparentemente todas “las fuerzas vivas” de la sociedad están en desacuerdo con un proyecto, pero ellos lo aprueban y viceversa, y dan la espalda a iniciativas que cuentan con el beneplácito de la mayoría. Un escenario así se está construyendo con los intentos de limitar las libertades de opinión y de prensa, que ni los mismos proponentes, verbigracia la senadora Melania, se atreven a dar la cara. Esa es la calidad de los legisladores que nos gastamos, que no respetan, incluidos los que se precian de democráticos, la palabra consenso y son hábiles, eso sí, para “vivir” del desacuerdo.

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