A los legisladores que salen el 16 de agosto no les importaría, porque se van, una que otra bellaquería, y los nuevos y los reelectos tendrían cuatro años por delante para redimirse de cualquier mancha. Lo dicho aparenta ser una disquisición, pero se debe prestar atención a los proyectos que traten nuestros congresistas al echarse las palomas, propicio para meter gatos entre macutos. La rápida aprobación en el Senado, sin siquiera leerlo, del tan manoseado Código Penal, podría ser una distracción para que la opinión pública se entretenga debatiendo un tema tan sensible, mientras por debajo de la mesa se pasan otras cuestiones. Prudente sería que en los días restantes de la actual legislatura, los congresistas solo toquen proyectos incluidos en la agenda prioritaria, que se suponen consensuados.