Con frecuencia el Gobierno no comunica con certeza las cosas o no pone el foco en lo que desea transmitir, como ocurre ahora, luego de retirada la reforma fiscal. Su discurso golpea en que el pueblo, por haberla rechazado, perdió la oportunidad de tener mejoría en el transporte, seguridad, salud y otros aspectos a los que iban destinados los recursos a ser captados.

La clave de ese mensaje está errada, porque el rechazo general no radicó en que la gente no deseaba mejoría en servicios esenciales; la oposición fue a que el dinero saliera de las costillas del contribuyente, en particular de la clase media. Para la próxima se debiera, con antelación, valorar pro y contra, y no confiarse solo del ruido pagado que hacen redes e influencers.

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