Lo escrito, escrito está, y salvo que haya de por medio una rectificación, autocrítica o aclaración, escrito se mantendrá. Esto a propósito del denigrante artículo desempolvado. No es algo inventado; es un hecho concreto que al removerlo se reivindica la verdad. En el análisis o el debate, el que altere el orden de los hechos llevará las de perder porque la verdad siempre habrá de coincidir con la realidad. En palabras de monseñor Francisco José Arnaiz: “La verdad es insobornable y exigente” y, agregamos, no es potestad de gente exclusiva. Las siguientes dos frases les cuadran a los que pretenden prostituirla: “La verdad bien puede enfermar, pero no morir del todo” (Cervantes). “La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio” (Cicerón). Además, tampoco hay ni medias ni dos verdades.

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