Los debates suscitados en el proceso electoral de los Estados Unidos dejan muchas enseñanzas sobre el papel de los medios y de los periodistas que, como criterio básico de la profesión, deben estar al servicio de la verdad y establecer una clara diferenciación entre los hechos y las interpretaciones.
Si no vemos lo que acontece con el prisma del interés republicano o demócrata, hay que convenir en que ha imperado la prostitución de la verdad, la ausencia de objetividad y el desequilibrio informativo. En el menos grave de los casos, se incurre en la mala práctica de absolutizar verdades parciales. Para quien no esté contaminado, dos citas: “La verdad bien puede enfermar, pero no morir del todo”, (Cervantes). “La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio” (Cicerón).