Todavía faltan los Reyes Magos, los que motivos inspiradores aparte, son el tiro de gracia para el bolsillo y para algunos la alegría de otro fin de semana largo. Es la ocasión especial para un juguete, que en la mente clara y limpia de un niño resulta de ensoñación, aunque hay gente que priva en moderna que aboga por matarles esa ilusión. Pero no habrá felicidad completa el 6 de enero, porque está el triste drama de los niños huérfanos y además aquellos cuyos padres viven en total vulnerabilidad, sin posibilidad hasta de un módico regalo. Niños que no podrán entender que no son precisamente los reyes los que no tienen corazón y que un juguetito no les quieren regalar, como dice el viejo bolero de Felipe Rodríguez.
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