Es casi frenético el trasiego de un partido a otro, pero en lo fundamental hacia el partido oficial, cuyos dirigentes no disimulan su alegría y tienden la alfombra y reciben con bombos y platillos a los que dan el salto, cariñosamente denominados tránsfugas y que dejan tras de sí una estela de rumores, ninguno favorable porque no hay nada ideológico ni patriótico de por medio. Llama la atención que la respuesta más socorrida de los que supuestamente compran alcalde y directores municipales es que los que critican ahora antes hacían lo mismo. Hasta los “opinadores” entran en esa lógica. Es algo así como el conejo que dice al burro orejú, pero pocos reparan en que lo que validan y santifican es una práctica innoble.

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