Con la absolución, por falta de pruebas, de Víctor Díaz Rúa y de Ángel Rondón por decisión de la Suprema Corte ya no queda ningún imputado por el caso Odebrecht, que comenzó en 2017 con una serie de arrestos espectaculares, transmitidos en vivo por televisión. Esa espectacularidad hacía creer que el Ministerio Público estaba resuelto a llegar hasta las últimas consecuencias con la investigación de los sobornos millonarios pagados por la empresa brasileña a funcionarios y lobistas para ser favorecida en licitaciones de obras públicas pero, con el paso del tiempo, el caso se fue diluyendo -mucha espuma y ningún chocolate- y un país que le hicieron creer en una mega corrupción y el fin de la impunidad, se queda finalmente con lo que se dice nada, nadita de nada…

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