La diferencia entre un estadista firmemente anclado en el poder y un presidente débil montado en una grave crisis, se expresa claramente entre Luis Abinader y Daniel Noboa. Mientras el dominicano se da el lujo, en un gesto valiente y de soberanía, de recibir en su despacho al ministro de Agricultura y Asuntos Rurales de la República Popular China, a sabiendas de que Estados Unidos haría “bembita” porque ve con ojerizas la expansión asiática hacia esta parte del mundo, el ecuatoriano abre las puertas de par en par al Comando Sur y se enemista con Rusia, que le había advertido que armamentos de Moscú que tiene Ecuador no podían caer en manos de EE.UU. Timorato, y para más sujeción al Norte, rechaza la colaboración de Venezuela en esta coyuntura de inestabilidad.