Con el anuncio de que el día 28 se decidirá la suerte de Jean Alain y demás implicados en el caso que el Ministerio Público denomina Medusa, es probable que finalice el primer capítulo de un espectáculo que comenzó con la gestión de gobierno y que dura prácticamente el período completo. Ya no hay bulla y los efluvios anticorrupción junto a sus “líderes” lucen apagados, por lo que ojalá al final no resulte mucha espuma y poco chocolate, pues si no hay bases legales sólidas y pruebas irrefutables, se podría entender que se trató de la persecución a determinado color de la política partidista o mortificar a personas predeterminadas, con lo que sobrevendría el descreimiento y la desconfianza en el manoseado a conveniencia discurso anticorrupción.

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