Una orden para adquirir orquídeas por aquí, una bulla por una supuesta relación comercial con el Estado de una ministra por allá, un nombramiento de un director de una institución descentralizada contraviniendo el mandato de la ley orgánica de esa institución, por otro lado. Son pequeños ruidos con vocación de convertirse en escándalos para la tranquilidad del joven Gobierno que con todo el apoyo popular concitado, parece que le están dando mucho seguimiento, no solo desde el litoral opositor, sino hasta desde sus aliados circunstanciales cobijados en la sociedad civil. Si los pequeños ruidos coinciden en lugar y tiempo, se convierten en algarabía que pueden hasta impedirle el sueño hasta al más dormilón.

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