En el cine se proyectan realidades y mediante ficciones todas las fantasías que la mente humana puede crear, sea en el insondable espacio o en un imaginario desarrollo futurista. Todo se permite en el mundo del entretenimiento. Se piensa que mediante recursos de la publicidad, la propaganda o el mercadeo, es posible alcanzar propósitos parecidos. En poco tiempo se logra proyectar una nueva imagen, una nueva personalidad dramáticamente convincente que provocará cambios de actitudes en la gente para ganar favorabilidad. Bastaría con ataviarse una chaqueta en cada aparición o por siempre. Y ahí está el milagro. El mundo ha cambiado. Se podrá convocar “a tomar las calles contra los corruptos y otros los males”. ¡Por Dios!

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